¡Con lo fácil que es y qué nos cuesta!
Vamos caminando con paso presuroso o a paso lento, con energía o desgana, la gente va pasando a nuestro alrededor y ni siquiera nos fijamos, no levantamos la mirada del suelo, caminamos abstraídos en nuestras cosas y así un día y otro. ¡Qué vida más triste!
¿Habéis pensado lo que nos cuesta decir TE QUIERO? Pero no sólo esto sino que difícil se nos hace dar las gracias, dar ánimos, decir: ¡Enhorabuena! ¡Muy bien hecho! ¡Qué alegría! ¡GRACIAS! Nos cuesta la misma vida hacer felices a los demás, apoyarlos, animarlos, darle el "espaldarazo" que necesitan para hacer de sus existencias un pequeño reducto de felicidad, de paz, de alivio. Si nosotros en nuestro entorno, más cercano, regalamos tales expresiones, pero, ¡Ojo! Estas tienen que salir del alma de lo más recóndito de nuestro ser porque si no es así se convierte en hipocresía y estaremos haciendo más daño del necesario, haremos de la otra persona un ser optimista, valorado, estimado y eso, a su vez, redundará en las personas que le son más cercanas y así se formará una cadena humana de hombres y mujeres felices. ¿Habéis pensado que con tan poco se pueda conseguir tanto?
¡Qué nos cuesta decir te quiero! Parece que nos da vergüenza mostrarnos tal somos, personas sensibles, cariñosas, amables, cordiales y llenas de sentimientos, parece que lo ahora se lleva es ser tosco, desagradable, egoísta, frío. Creo que si seguimos esta segunda línea no sólo haremos infelices a los que nos rodean sino que nos estaremos haciendo un daño inmenso a nosotros mismos.
Cuando se transmiten nuestros sentimientos, los que salen directamente del corazón, estamos transmitiendo vida, alegría, esperanza y amor. ¡Qué más podemos pedir! ¡Qué más podemos dar!
Desde estas líneas os transmito mi cariño y agradecimiento por vuestra fidelidad y también os digo que os quiero porque ya sois parte de mi al compartir tantos sentimientos, tantas confidencias y tantas opiniones mediante este blog que es mío y es vuestro.
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