lunes, 28 de noviembre de 2011

"TE PUEDE PASAR A TI". INCREÍBLES HISTORIAS DE CONVERSIÓN.

'Te puede pasar a ti' es la propuesta más reciente de Juan Manuel Cotelo, quien hace un año revolucionó las salas de cine con La última cima. 12 impactantes historias de conversión que repasa en ALBA Pepe Álvarez de las Asturias.
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La idea de las conversiones nació, al igual que el documental sobre Pablo Domínguez, sin buscarla, de pura casualidad (un buen presagio, pues): a lo largo del último año, Juan Manuel Cotelo ha recorrido numerosos países por cuestiones profesionales; durante esos viajes se topó de bruces con doce casos de conversión en diez países diferentes. Con la lección aprendida (nunca se debe desechar una casualidad, por si acaso), el director de La última cima preguntaba invariablemente en cada uno de esos encuentros fortuitos “¿te puedo entrevistar?”; el interrogado, invariablemente, contestaba que sí y en unos meses Cotelo se encontró con 27 horas grabadas sobre doce personas que habían vivido toda una vidade espaldas a Dios, hasta que un día Él se cruzó en sus caminos y el rumbo de sus vidas cambió radicalmente.
“¿Y ahora qué hago yo con esto?”, se preguntó Cotelo. “Pues aprovecharlo para hablar de Dios a todo el mundo, claro”, se contestó, con pleno convencimiento. El caso es que, una vez reunido ese valioso material, al recopilador le invadió un potente sentimiento de envidia (sana, se entiende): “La envidia es el motor de este proyecto. Después de conocer a esas personas que habían experimentado un cambio tan radical en sus vidas, y que tenían ese poso de paz, de serenidad, de fortaleza, de fe... yo pensaba: ‘¡Qué envidia me dan!’. Mi objetivo era provocar esa misma envidia en la gente, y moverles a la acción”. El ‘cómo’ vino justo después.
Cotelo: "´Tenían un poso de paz, de serenidad, de fortaleza, de fe... yo pensaba: '¡qué envidia me dan!'

Partiendo de la base de que Juan Manuel Cotelo no es un director de cine, digamos, demasiado ortodoxo, la propuesta debía ser cuando menos original y rompedora. Un director más convencional tal vez se habría conformado con editar y adornar las entrevistas, animarlas con una banda sonora vistosa y poco más. Cotelo no. Cotelo cogió las entrevistas, las subió a una furgoneta con pantalla de vídeo y se inventó una suerte de Congreso Mundial de Teología en Caravana. 
 

La cosa es simple: recorrer España proyectando en el interior de la furgoneta cada caso de conversión a un grupo de personas anónimas, acordes con el personaje, y posteriormente mantener con ellas una conversación abierta, un debate espontáneo y sin tabúes sobre Dios, la fe, la conversión, el perdón… y lo que surja. Es decir, la misma esencia del Evangelio: Dios habla a los hombres, no a los teólogos.
Solo hay dos condiciones: sin reloj y sin miedo (a expresar, a preguntar, a pensar, a cambiar)
La caravana se convierte así en una verdadera caja de sorpresas: a veces los que entran no saben ni lo que van a encontrarse; a veces, se intercambian los papeles y el interrogado es Cotelo, con preguntas no siempre fáciles de responder; a veces, la conversación se mantiene viva y vibrante durante horas. Todo es grabado, y luego editado, sin trampa ni cartón.

No es extraño que los casos de conversión con los que se cruzó Juan Manuel Cotelo de casualidad provocaran en él la necesidad irrenunciable de conocer y profundizar en cada uno de ellos. Son historias realmente conmovedoras y sorprendentes, verdaderas historias de amor, emoción y redención, de miedo y valor, e invariablemente con un final feliz. Vidas, en suma, que debían ser contadas. Y bien contadas.
Historias como la de Rubén, un homosexual mexicano que ejercía la prostitución desde los 18 años y que un día, en un retiro espiritual al que le invita una amiga, descubre que Dios le ama (“¿A mí? Yo pensaba que Dios amaba a todos, menos a los homosexuales”) y hoy, desde la castidad, dedica su vida a predicar su palabra; un grupo de gays y lesbianas serán los invitados a la caravana para debatir sobre este caso.
Historias como la del irlandés Shane O’Dohertyterrorista del IRA desde los 15 años, que volvió a Dios en la cárcel tras leer los Evangelios y lleva 30 años pidiendo perdón a las víctimas; en la caravana, presos y víctimas debatirán sobre el perdón.
En mitad del Pacífico
Historias como la del guionista de Hollywood Joe Eszterhas (en la imagen),autor del thriller erótico Instinto básico, que un día se encontró llorando en mitad de la calle y empezó a rezar: “¡Por favor, Dios, ayúdame!”; luego vio una luz cegadora y desde ese día es adicto a la eucaristía; en este capítulo a la caravana estarán invitados actores, directores y demás gentes del cine.
El caso de Irene Sánchez es aún más extremo: masonacasada tres veces y con tres abortos en su conciencia, perteneció a varias sectas anticristianas y trataba de ‘robar’ fieles a la Iglesia Católica; un día, en un retiro espiritual al que acudió a polemizar, escuchó una voz que le preguntó dos veces si era feliz; “no sé de dónde vino esa voz, pero me hizo reflexionar”; ahora tiene once hijos, dirige Radio María en México y evangeliza en la cárcel de mujeres más peligrosa del país.
La historia de Bill Butler y su mujer es casi un milagro: hundido su velero en mitad del Pacífico, sobrevivieron en un bote de goma rodeados de tiburones, sin agua ni comida; Bill no creía en Dios, pero el día que comenzó a rezar, convencido por su mujer, cada vez que introducía la mano en el agua sacaba un pez; 66 días después eran rescatados, más vivos que nunca.
Otro caso nos cuenta la historia del francés Tim Guénard: abandonado por su madre a los tres años, su padre le rompió 54 huesos a los cinco;vagabundo desde los trece y prostituto a los veinte, su único objetivo en la vida era matar a su padre a puñetazos… hasta que un sacerdote le enseñó a perdonar; ahora es apicultor, tiene cuatro hijos, una mujer a la que adora y un corazón más grande que su imponente corpachón.
María Vallejo-Nágera, tras vivir una experiencia mística en Medjugorje, pasó de escribir contra los curas a escribir solo para Dios.
Enrique Cabrera era marxista duro y ateo furibundo, con aversión a todo lo eclesial: “Si veía un cura por la calle, le escupía”; tras encontrarse a su camarada Juan Carlos leyendo un catecismo (“fue un mazazo”), investigó sobre la Sábana Santa y halló una explicación científica que rompió su ateísmo. Ahora es sacerdote.

De pandillero a...
El colombiano Juan Gonzalo Callejas, Juango, también es hoy sacerdote. Pero hace unos años era pandillero, colega de narcotraficantes y asesinos, experto en sexo, magia blanca, roja y negra, adorador del rock satánico y simpatizante del mismísimo demonio (“Satán es mi patrón”, afirmaba el gran póster que presidía su habitación). Después de dos encuentros con la muerte a punta de pistola y un grave accidente de tráfico en el que “vi toda mi vida como en fotografías, tal como está a los ojos de Dios” comenzó a pensar y, con la ayuda de un grupo de oración, también a rezar; tiró a la basura su pasado y de pronto se vio al borde de un precipicio mientras una voz le decía “salta al vacío, que Dios te va a coger, aunque no lo veas”. Juango saltó. Y Dios estaba ahí para cogerle. Empezó a ir a misa y a rezar el rosario; la confesión le costó varios intentos más y, finalmente, se enganchó a una nueva adicción: la eucaristía. Unos años después se ordenó sacerdote.
La historia de Juango es la primera entrega de este proyecto de conversos con que nos provoca Juan Manuel Cotelo. En el DVD veremos, además de su historia íntegra, el primer debate abierto de este singular Congreso Mundial de Teología en Caravana. Un grupo de jóvenes de 16 a 19 años (una embarazada, otro ateo, otro experto en sexo, una musulmana) que, tras ver el vídeo de Juango, protagonizan una espontánea y sorprendente conversación (bien atizada por Cotelo) sobre Dios, conversiones, catástrofes, sexo, felicidad presente y futura o lo difícil que es pedir perdón (y el alivio que provoca).
Una meditación profunda, serena, madura, que alguno acaba convirtiendo, ya de madrugada, en un auténtico interrogatorio teológico al director
Escuchando a estos jóvenes o a estos conversos descubrimos dos cosas: que cualquiera puede cambiar (“si a ellos les ha pasado, ¡te puede pasar a ti!”); y que la Iglesia no está únicamente en las parroquias; está en la calle, en las discotecas, en los corazones… o en una caravana. Gracias a estos testimonios descubrimos a un Dios más cercano, con el que se puede intimar, hablar, discutir...

Ya lo dijo Pablo VI: “El hombre contemporáneo escucha más a gusto a los testigos que a los maestros”. Desde luego, Cotelo demuestra que tenía más razón que un santo.

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