“AYUDA FAMILIAR A LA PARROQUIA”
Sinceramente, esta “Belleza”, los tres o cuatro
feligreses que aún me leen me perdonarán,
no se cómo escribirla, porque...no se
trata solo de una ayuda, aunque ésta es
necesaria; no es solo dar dinero, aunque éste
haga falta. No… Es algo más. Se podrían
poner muchas palabras: “urgencia”,
“necesidad”, “donación”,
“limosna”, “solidaridad”, etc.
Pero se la ha llamado solo con
tres: “Ayuda”, “Familiar”, “a
la Parroquia”.
“AYUDA”: porque aunque no
es lo fundamental para la parroquia,
sin ella no podría funcionar
dignamente. Hay que
pagar luz, agua, salarios…Y la
crisis económica también la
sufre la parroquia. Es hora de
ayudarnos, de tomar decisiones, de compartir
lo que tengamos. Poco o mucho. La Iglesia
ya no tiene privilegios ni subvenciones.
Solo lo que recibe de nosotros los católicos.
Y así debe ser. Nuestra parroquia tendrá lo
que nosotros seamos capaces de darle.
“FAMILIAR”: por cada familia, por cada
casa, una cuota mensual. Cinco o diez euros
al menos. Pero cada familia de la parroquia.
Que ninguna deje de hacerlo. No es una
obligación, es un orgullo. Esta es la base de
la financiación actual de la Iglesia. A la
parroquia venimos al nacer para bautizarnos,
cuando niños o jóvenes para recibir otros
sacramentos, a casarnos, y también a despedirnos
cuando partimos a la Casa del Padre.
Toda nuestra vida familiar gira entorno a
ella. Debemos ayudarla en familia.
“A LA PARROQUIA”: porque ella es
nuestra casa. Porque siempre la encontramos
con los brazos abiertos. Porque nunca
se nos ha echado de ella. Porque aquí está
nuestro sitio, nuestro banco del templo,
nuestra devoción favorita, nuestro rincón
preferido, nuestros ratos de oración o diálogo
fecundo… Por todo ello, es necesario
que te apuntes para la Ayuda
Familiar a la Parroquia o la
incrementes, si ya lo estás,
en lo que puedas. Pide el
impreso en la sacristía o el
despacho.
Son tiempos difíciles, pero
desde los Primeros Cristianos,
los fieles hemos ayudado
a la Iglesia en sus necesidades.
¡Es nuestra madre!
¿qué hijo no ayudaría a su
madre cuando se lo pide? Ahora es cuando
nos lo pide esta vieja parroquia de La Isla,
donde tantos acontecimientos históricos
han tenido lugar. La fachada está reluciente,
el templo adecentado, y la Casa Parroquial
se está reformando con donativos,
pero la base de la economía parroquial corriente,
mes a mes, peligra enormemente.
Es hora de actuar. ¡Ahora se nos pide!
Dios ha prometido el ciento por uno, no lo
olvidemos… De todas formas, si no puedes,
no quieres o no ves el momento, no
pasa nada. La Parroquia es tu madre. Tu
comunidad cristiana. Tu sitio. Nuestro sitio.
Aquí la encontraremos cuando tangamos
necesidad de ella, y lo digo por propia
experiencia. Esa es la belleza de la comunión
de los bienes en la Iglesia.
Petrus quînta
Pedro A. Mejías Rodríguez
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