Mañana, por fin, empieza la campaña electoral. Mañana empezarán los candidatos a proponer sus ideas de gobierno y pedirán el voto. Mañana empiezan los multitudinarios mítines, mañana empieza a verse el final del túnel que han supuesto estos siete años y medio. El candidato de la esperanza venderá eso: Esperanza. El candidato, cuyo rostro simboliza el desánimo, el paro, la desilusión, las negociaciones con los asesinos de ETA, venderá que él no ha sido, que él pasaba por allí y que tiene propuestas para sacar a España de la crisis que su partido y él nos han metido, los demás candidatos venderán todo lo que tienen en el almacén con tal de coger las migajas que suponen; un buen sueldo, unas buenas dietas, una consideración social importante y las mil y una prebendas que lleva inherente el cargo de diputado o senador.
Mañana empieza el fin para unos y el principio de todo para otros. Muchos tendrán que volver a sus trabajos, si alguna vez lo han tenido, y otros tendrán tantas responsabilidades, tantos quebraderos de cabeza que los días parecerán que no acaban. Para algunos la dorada jubilación, que pagamos todos, será una bendición celestial porque se quitan del medio y sus conspiraciones serán muy limitadas y otros sus servicios a España nunca estarán pagados.
¡Ojalá el nuevo Gobierno que salga de la urnas el próximo 20 de Noviembre acabe con tantas incertidumbres, tantos agravios, tantas injusticias, tantos crímenes, tantos atentados contra la vida, tantos desagravios a la institución más importante de la Sociedad: La Familia, tanto amiguismos con los terroristas, tantas corruptelas, tanta nefasta gestión, tanto paro! El nuevo Gobierno lo va a tener muy difícil, vienen momentos duros y habrá que apretarse el cinturón en bien de todos, en bien de España. Tenemos un compromiso y una obligación: Dejar a las generaciones venideras una Nación rica, estable y llena de esperanza.
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