Josué Carducci fue un gran hombre, de fuertes pasiones y de indomable carácter. Espíritu ardiente, no conoció las medias tintas.
No tuvo formación religiosa: Por eso fue ateo y dedicó no pocos esfuerzos a combatir la idea de Dios.
Para él, Dios era un mito; pero un mito pernicioso, que por eso había que combatir, a fin de desterrarlo del corazón del hombre.
Pero un día Carducci salió a pescar a la playa y en un rapto de muda contemplación frente a la inmensidad del mar rompió su gran silencio con este grito:
"¡CREO EN DIOS!"
La serena majestad de aquella inmensidad de agua arrancó de Carducci lo que tenía escondido y acallado en su conciencia.
Es que en los grandes silencios del hombre siempre aparece Dios.
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