Hoy desayunando con una buena amiga estábamos hablando de como está España y salió el tema de los sindicatos. Yo le comenté que en el tema sindical me consideraba agnóstico porque los respeto aunque no creo en ellos y sobre todo a las dos centrales sindicales mayoritarias: Comisiones Obreras y U.G.T., expliqué los motivos que son de sobra conocidos dado el "entreguismo" que han tenido con el Gobierno de ZP y no le han importado nada el apabullante y dramático desempleo, los abusivos recortes sociales, las políticas en contra de las familias y todo por unas subvenciones "asquerosas" que le han ido otorgando durante estas dos últimas legislaturas que el próximo 20 de Noviembre toca a su fin. Todo eso ya tiene su peso específico, pero lo que me hacía redundar en mi agnosticismo sindical es por los ataques que estos dos sindicatos han hecho paulatinamente contra la Iglesia Católica, contra mis creencias, mi fe y eso sí que no estaba dispuesto a aguantarlo ni, mucho menos, tolerarlo. A mi exposición de motivos y ahondando en esto último me dijo el piropo más bonito que jamás me han dicho: "TU, JESÚS, ESTÁS ENAMORADO DE TU FE".
Y es verdad, estoy apasionadamente enamorado de mi fe. Estoy enamorado de Dios, Nuestro Señor, de su Bendito Hijo, de Su Mensaje, del Espíritu Santo Paráclito, de su Bendita Madre, la Virgen María, de todo cuanto rodee a lo que creo.
Si todos estuviéramos enamorados de nuestra fe otro gallo nos cantaría.
Mirad, podemos estar, y estamos, enamorados de nuestras novias, mujeres, novios o maridos, de nuestra familia. ¿Y no podemos estar enamorado de Dios? ¿Enamorado de nuestra fe? Cuando es el Padre el que nos da todo lo bueno que tenemos y nos pone a nuestra disposición una vida en plenitud llena de felicidad. Podemos ser felices, y de hecho lo somos, cuando hacemos felices a los demás, cuando nos entregamos, cuando nos donamos, cuando somos unos buenos samaritanos, cuando repartimos amor entre los demás, caridad, cuando escuchamos al que no tiene con quién hablar, visitamos al que está solo o enfermo, damos consuelo a los desconsolados y tristes, damos nuestra ayuda material para el que no tiene nada, damos compañía y cariño para el anciano, que solo necesita esto, nos damos, nos entregamos a todos y eso lo hacemos porque tenemos fe en Dios, Padre Bueno y Misericordioso, porque creemos y amamos a su Hijo, Jesús, que se entregó por todos nosotros, que entregó su vida siendo martirizado para darnos la libertad y el amor sin límites. Y ante todo eso ¿No podemos estar enamorados de nuestra fe?
Cuando se está enamorado de la fe, del Señor, hacemos lo que haga falta para ejercer fielmente con nuestro apostolado, sin importarnos las consecuencias, sin importarnos nada nosotros mismos. Si estamos enamorados apasionadamente de nuestra fe, damos la cara, hasta que nos la parten, por el Señor, por su Bendito Hijo, por la Excelsa Madre de Dios y por la Santa Madre Iglesia y no nos importaran los insultos y que se mofen con nosotros. Tengo el inmenso orgullo que por defender la Iglesia y al Santo Padre: Benedicto XVI me han llamado "talibán de la Iglesia" y lo malo que el que me lo dijo es un directivo de una Institución de la Iglesia. Ese día me sentí triste, pero no por mí, sino por él. Este hombre es parte de la directiva de esa Entidad, pero no está enamorado de su fe porque si lo estuviera no diría esas sandeces.
Os exhorto e invito a compartir conmigo estos sentimientos de amor. Os invito a enamoraros día a día de vuestra fe. ¡Vale la pena vivir en Dios y para Dios! ¡Vale la pena ser felices hasta el extremo!
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