En ese afán que tienen por distraer a la gente, una vez que ha pasado el Carnaval, la lideresa andaluza de Podemos, Teresa Rodríguez, se muestra partidaria de cambiar el nombre al Teatro Pemán. Admite dos matices que relativizan el asunto: uno es que actualmente dicho teatro está abandonado, por lo que en realidad no existe como tal; y dos es que no lo ha consultado con el señor alcalde de Cádiz. Por tanto, implícitamente, se entiende que es una ocurrencia propia; a lo que se añade que cuando el teatro vuelva a abrir puede darse el caso de que el señor alcalde de Cádiz sea otra persona. y que los vengadores de Podemos y Unidos no tengan la suficiente mayoría en el Ayuntamiento para imponer sus rencores.
La injusticia es tan grande que se le nota a la misma Teresa Rodríguez que no está plenamente convencida. La aplicación sería, según ella, porque Pemán tuvo un importante protagonismo "en la represión de docentes republicanos". Vamos mejorando algo, porque antes sólo era un "asesino fascista", y ahora hasta admite que fue "el autor de grandes obras de teatro". Aparte de eso, fue muy buen poeta y el mejor articulista de la España de su tiempo, pero supongo que se centra en el teatro porque le pusieron su nombre a un teatro, precisamente. A un teatro de Cádiz (la ciudad donde nació, vivió y murió), de la que hizo profesión de fe como "señorita del mar y novia del aire".
Discutir a Pemán en Cádiz deja en muy mal lugar a la memoria histórica aplicada con un revanchismo ignorante. En la vida de una persona puede haber varias etapas. En la valoración global de José María Pemán predomina su defensa de la monarquía que representaba don Juan de Borbón.
Pemán hizo gestiones fallidas para que el comunista Alberti pudiera volver del exilio antes de que muriera Franco. Pemán trabajó en varios cónclaves para que la democracia se implantara antes en España. Pemán fue condecorado por el Rey que guió la democracia en los comienzos de la Transición. Pemán no era fascista en la posguerra. Pemán evolucionó en sus ideas políticas, en unos años en los que para él lo más cómodo hubiera sido vivir de cara al sol. Pemán era mejor persona que algunos que lo critican. Su abrazo con Rafael Alberti fue un símbolo de la reconciliación de las dos Españas, que algunos cretinos aún no han digerido.
Todo eso forma parte de la memoria histórica verdadera. Se confunde el derecho de unas personas a recuperar a sus víctimas, o reponer su dignidad, con el corte de cabezas a destiempo, o con el deshonor para otros muertos. Se olvida que para ganar la paz no sirve que eternicen las guerras.
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