Lo conozco desde siempre ya
que sus padres son muy queridos para mí de toda la vida. Conocí de su amor,
tuve el privilegio de asistir a su enlace matrimonial, que este pasado martes
se cumplieron 25 años, vi lo chiquitín que era Pablete en su más tierna
infancia. Desde pequeño hasta lo que es hoy en día tiene rasgos muy marcados de
su padre y mi hermano del alma.
Fue creciendo en cuerpo,
intelecto y valores, cosa normal pues se estaba criando entre personas buenas,
generosas, que daban todo sin pedir nunca nada a cambio. Terminó sus estudios y
prosiguió su formación académica en la capital hispalense.
Hoy por hoy se ha convertido en todo un hombre que no pierde la sonrisa imperecedera que tiene su padre aun en los peores momentos. Es tan importante sonreír, es inmensamente necesario para uno y también para los demás.
Deportista, cofrade, cargador,
aficionado del C.D. San Fernando, gusta estar con sus amigos y compartir
vivencias con sus padres Leo y Pili, abuela, familia entre los que incluyo a
Lolo y muy especialmente con su tía Carmen cuando viene de Alemania. Peregrino
del Camino de Santiago, donde a cada paso disfruta de cuanto ofrece este
itinerario milenario tan lleno de espiritualidad y vivencias. Vive su vida y lo
hace para bien que en el mundo que nos ha tocado vivir no está para nada mal. Además,
tiene el corazón color azul…
Sabe que para que este pueda
latir tiene que seguir preparándose, tendrá que sufrir decepciones porque de
estas y del esfuerzo que supone superarlas llegan las victorias que es cuando
conseguirá el sueño que persigue desde hace tiempo. Sé que constancia no le va
a faltar, sé que un día, cuando menos se lo espere, su corazón azul latirá con
fuerza.
Sé, porque de casta le viene
al galgo, que será lo que él quiera ser.
Jesús Rodríguez Arias


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