Cuando las cosas no van bien, puedes adoptar varias actitudes: La del que cierra los ojos y niega la evidencia, obcecado en mantenerse en una posición inamovible; la del que menea la cabeza, lamenta lo mal que está todo y suspira evocando momentos mejores, esperando que las cosas se arreglen por arte de magia o por intervención de otros; la del que pone manos a la obra y empieza a trabajar para arreglar lo estropeado, corregir lo defectuoso y renovar lo inservible. ¿Con cuál de estos tres perfiles te identificas?
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