El artículo que hoy se ha publicado refleja mis pensamientos cuando veo los pies de Cristo desgastados a base de besos, plegarias y esos roces que da esa clase de Fe entregada y vivida hasta el extremo.
El artículo que hoy se ha publicado en Información San Fernando y que está en manos de casi toda esta nuestra bendita Isla no se hubiera escrito si no hubiera sido por mi querida hermana y amiga Aurora Ortega Castro.
El artículo que hoy se ha publicado habla de ese desgaste sublime que solo puede dar la Fe...
Jesús Rodríguez Arias
EL
DESGASTE DE LA FE
¿Qué piensas cuando ves los
desgastados pies de esa talla de Cristo que tanto y tantos veneran?
Mucho podrán pensar en lo
deteriorado que está, que ya va siendo hora de que lo restauren, que ha perdido
su color original, que se ha ennegrecido demasiado, que así no se puede seguir,
que…
Ahora permitidme que os diga a
modo de personal confesión que es lo que pienso cuando detengo mi mirada ante
los desgatados pies de mi Cristo que también es el de todos.
Esos pies gastados, sin la encarnadura,
sin la original policromía, sin su color originario y con trazos donde se puede
ver bien la madera como si estuviera en carne viva son para mí ese vestigio,
ese lugar, donde se condensa tanta Fe que es imposible explicar con simples
palabras.
Tocar los pies desgastados de
Jesús por el paso de los años y por poso de tantas plegarias, tantos besos,
tantas manos que en ellos se han posado buscando sus ojos llenos de Amor
mientras el corazón del orante se debatía entre la amargura y la Esperanza.
Detener la mirada en esos pies
descarnados, desgastados, donde parte de la policromía no existe, están más
ennegrecido por el pasar de los años, por el humo de las velas y del incienso,
donde se puede distinguir incluso la madera primitiva que aparecen como llagas
en ellos que soportaron el dolor, el escarnio, la ignominia, la traición, la
impiedad, la cobardía de tantos como abandonaron a Jesús y al día de hoy lo
siguen abandonando porque ahora se lleva eso de vender el mismo alma al mejor
postor para tener éxito que no felicidad en la vida.
Esa madera que se asimila al
leño que fue la Cruz de Cristo donde murió por nosotros dejando jirones de su
piel junto a su preciosa sangre allí incrustada. Cruz que antes fue patíbulo y
después de Él signo de Salvación.
Sí, eso veo en los pies
descarnados de esa talla de Jesús donde la Fe se puede tocar con solo una leve y
precisa mirada. En esos pies está el Amor de un pueblo hacia quien lo salvó, en
esos pies está el corazón de tantos hijos pródigos que se encuentran con Cristo
cara a cara, en esos pies que seguramente tendrán que ser restaurados porque
hay que preservar las imágenes de los rigores del tiempo pero no del desgaste
de la Fe.
No hay nada más hondo que
desgastarse por la Fe. Por esa Fe entregada, vivida, hasta los límites de los
propios límites, esa clase de Fe que hace nos levantemos de cada caída, que
soportemos mil y un latigazos, que nos ayuda a soportar nuestra cruz de cada
día, que nos abre la puerta de la Esperanza en todos los momentos de nuestras
vidas, que nos muestra en los ojos de los que más sufren la mirada del mismo
Jesús.
Sí, esa Fe que hace desgastar
los pies de Cristo que nos mira con ojos llenos de Amor y Misericordia, que nos
ofrece el Perdón, que nos otorga la dicha de seguirlo en cuerpo y alma por los
siglos de los siglos hasta la misma eternidad.
Eso es lo que veo, lo que
siento, lo que admiro, cuando detengo la mirada en los desgastados pies de la
imagen que representa al Amor de los Amores, a Jesús que está en Presencia Viva
en el Sagrario y que nos espera a cada instante para que vayamos a verlo, a
hablarle y también escucharle, como se hace con los buenos Amigos.
Por eso los que algunos ven
solo vestigio del tiempo y deterioro yo, desde la profundidad de mi ser, solo
puedo ver y sentir el desgaste de la Fe.
Jesús Rodríguez Arias
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