Asume el bien como una intención de vida, un ideal, un programa que debes cumplir, con tesón y disciplina, todos los días, desde la mañana hasta la noche. Si no trabajas con empeño por hacer el bien en todo momento, por perseguir el bien con cada uno de tus actos, estás cediendo espacio para que el mal, la desidia, la pereza, el egoísmo, la indiferencia ensanchen sus fronteras.
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