Desde hace dos años Pedro vive en Camerún. Es profesor de español y le encanta cocinar la paella. Con la ayuda de un grupo de universitarios, ha empezado Paella for Africa. Cada domingo ofrecen esta deliciosa receta a los huérfanos y a los niños de la calle de la ciudad de Douala.
Camerún es un país joven: el 40% de la población tiene menos de quince años y el 70% es menor de treinta. Douala es su capital económica; una ciudad del trópico africano dinámica, divertida y llena de vida. Por otro lado, gran parte de la población vive en la pobreza. Muchos niños son abandonados por sus familias, pues sus padres no pueden hacerse cargo de ellos.
En Douala hay aproximadamente mil orfanatos dirigidos en su mayoría por instituciones religiosas, que hacen un trabajo envidiable. Paella for Africa quiere aportar su granito de arena llevando un poco de afecto y alimento a estos niños que contagian alegría.
DURANTE LAS DOS HORAS QUE PEDRO TARDA EN PREPARAR EL ARROZ, LOS PEQUEÑOS HACEN UN CÍRCULO EN TORNO A LA CURIOSA MARMITA
A los cameruneses les encanta la paella y a los niños, más todavía. Durante las dos horas que Pedro tarda en preparar el arroz, los pequeños hacen un círculo en torno a la curiosa marmita, donde el chef no para de echar ingredientes. Mientras tanto, se cantan canciones, se baila y se cuentan chistes, pues en África todo se hace con mucha alegría.
Cerca del fogón, en un descampado, otro numeroso grupo de niños han improvisado unas porterías y juegan a fútbol con algunos universitarios.
Los estudiantes que participan en esta iniciativa regresan a casa muy contentos, pues dedican parte de su tiempo a estar con los más necesitados y eso cambia por dentro a cualquiera. “Durante estos planes me viene a la memoria aquello que el Papa Francisco nos recuerda con frecuencia: el contacto con los pobres lleva a encontrarnos con Cristo", señala Pedro.
¡MÁS, MÁS!, REPITEN ALGUNOS CUANDO LES SIRVEN. EL HABITUAL BULLICIO DEJA PASO A UN AGRADABLE SILENCIO
Llega el momento de servir la esperada paella. Está en su punto. "¡Más, más!", repiten algunos cuando les sirven. El habitual bullicio deja paso a un agradable silencio. Con el plato bien cargado, los niños rebosan de felicidad. Sonríen por la paella, pero sobre todo por el cariño que han recibido.
“Lo que más cuesta es marcharse; recoger las cosas y despedirse”, cuenta Cedrick. “Más de uno te agarra con fuerza y, con lágrimas en los ojos, pide que volvamos pronto”.
Si quieres colaborar con esta iniciativa, puedes hacer un donativo en este número de cuenta: ES17 0049 6659 0020 1617 8782 Banco Santander Fundación Iniciativa Social
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