Este domingo, segundo del tiempo de Cuaresma, ha tenido lugar en nuestro primer Templo diocesano, la concesión de “ministerios laicales” a siete seminaristas de nuestros centros de formación a las Sagradas Ordenes: seis del Seminario Conciliar de San Bartolomé y uno del Seminario Misionero Redemptoris Mater. En total, cinco de ellos acceden al “Lectorado” y dos al “Acolitado”.
Se trata de un don, de una gracia de Dios, poder celebrar durante este período penitencial, un acontecimiento tan importante para nuestra diócesis de Cádiz-Ceuta. Si bien, como su nombre indica, cualquier laico puede acceder a estos “ministerios”, cuando se imparten en un seminario, llevan el ¨sí” de la Iglesia para que esos candidatos al sacerdocio continúen progresando es su camino vocacional.
Nuestro Excmo. Obispo, Don Rafael, dispuso incluir este evento en la Misa dominical de la Santa y Apostólica Iglesia Catedral, tras el período pertinente para su discernimiento personal y el de los propios vacacionados. Son lectores los cuatro alumnos de cuarto y el de quinto curso, mientras que los dos acólitos pertenecen al sexto nivel. Estos últimos, D. m., serán candidatos al primer grado del Orden, tras superar la prueba de “Síntesis Teológica” al final del presente curso académico.
Es ocasión propicia para agradecer a los sacerdotes de las diferentes parroquias y a los fieles en general, su incesante esfuerzo por “rogar a Dios que envíe trabajadores a su mies”. Sin ese ejercicio de comunión eclesial, no sería posible sacar adelante el servicio pastoral de nuestra querida diócesis –que este año camina celebrando el 750 aniversario de su traslado a Cádiz desde su primitiva sede asidonense-.
No podemos olvidar a La Virgen, Madre de la Iglesia y Madre nuestra, dueña de las vocaciones y mediadora imprescindible de nuestra fidelidad, en un día tan señalado. Gracias Señora, por hacer posible el crecimiento gozoso de esta Iglesia particular que seguirá necesitando permanentemente de tu protección y cuidados. En tus preciosas manos ponemos la perseverancia de los llamados y, especialmente, las nuevas incorporaciones de este año: cuatro corazones que vivifican y rejuvenecen el pulmón de la diócesis y que serán el preludio de un próximo curso lleno de almas entregadas al servicio de Dios.
Sea todo para su Gloria: “Omnes cum Petro ad Iesum per Mariam”.
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