Con la celebración del miércoles de Ceniza, también en Jerusalén ha comenzado la Cuaresma. Como es tradición desde hace siglos, han empezado también las oraciones que jalonan los domingos de este tiempo de preparación a la Pascua. Entre el sábado y el domingo de cada fin de semana los frailes franciscanos de la Custodia de Tierra Santa animan el ingreso solemne del Patriarca latino seguido de la procesión diaria, la vigilia nocturna y la celebración de la Santa Misa.
El 17 de febrero los franciscanos, representantes del Status Quo para la Iglesia católica, se dirigieron al Patriarcado latino para invitar a monseñor Pizzaballa a hacer su ingreso solemne en el Santo Sepulcro. El administrador apostólico del Patriarcado latino de Jerusalén llegó a las 14:00 a la basílica de la Resurrección, donde presidio la procesión solemne.
Como custodios de los Santos Lugares, los franciscanos también tienen la misión de mantener vivos los santuarios con la oración. Por eso, como cada día, formaron un cortejo que recorrió todo el Santo Sepulcro en procesión por etapas. Hicieron catorce paradas, desde el altar del Santísimo Sacramento al punto donde Jesús se apareció a María. En el momento de pasar por el Sepulcro, adoraron el lugar de la resurrección dando tres vueltas alrededor del Santo Edículo.
Asistieron a las celebraciones de la primera semana de Cuaresma también el vicario de la Custodia de Tierra Santa, fray Dobromir Jasztal y el presidente de la fraternidad el Santo Sepulcro, fray Zacheusz Drazek, además de muchos fieles y religiosos.
En el lugar de la resurrección de Jesús siempre es Pascua: por eso es posible cantar el “Aleluya”, algo que, sin embargo, no se hace en Cuaresma en el resto del mundo. Es una alegría que no se apaga ni siquiera en tiempo de desierto y que comparten todas las Iglesias del Santo Sepulcro. En 2018 no celebrarán la Pascua el mismo día, como el año pasado, pero la oración de cada Iglesia será una sola con la esperanza de la misma salvación.
También la vigilia nocturna del sábado y la misa solemne del domingo acompañaron a los fieles presentes, locales y peregrinos, en tiempo de Cuaresma. Es la primera etapa de un viaje que conducirá hasta la Pascua, el 1 de abril.
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