Alex con Hetepheres en La Alameda antes de tomar las uvas en Nochevieja
Parece mentira, pero ya vamos a entrar en el
octavo mes desde que se produjera nuestra historia de enamoramiento con
Villaluenga del Rosario.
Voy a retrotraerme a mis recuerdos, con la edad
empieza uno a fallarle la memoria en muchas ocasiones, y alejo mi vista a
finales del mes de septiembre del pasado año. Hetepheres y yo habíamos
reservado durante una semana una estancia en el Hotel “La Posada” de Tugasa en
un pueblo pequeñito en el cual habíamos estado por febrero y del cual no
pudimos disfrutar de él pues en esa fecha estaba bastante delicado de salud. En
septiembre me pasaba algo parecido pues el médico, ante un rebrote de mis
crisis digestivas, me recomendó descanso absoluto y desconexión completa. Mi
mujer se empeñó en que nos fuéramos a Villaluenga del Rosario y así lo hicimos.
Fue una semana extraordinaria en uno de los
apartamentos del hotel donde, poco a poco, iba recuperando fuerzas y de nuevo
me volvían las ganas de vivir. No tuvimos suerte con el tiempo, o por lo menos
eso creímos nosotros, pues no paró de llover en toda la semana, salvo el
viernes por la tarde, pero eso no fue óbice para darnos largos y relajantes
paseos bajo la pertinaz y fina lluvia que nos caía. En esa semana Dios hizo que
me embelesara de un pueblo único en todos los sentidos.
Fue por entonces cuando conocimos a Berna Barea y
a muchos de los buenos vecinos, hoy amigos, que poco a poco nos saludaban
porque veían todos los días. A pesar de todo teníamos el “sello” de turistas. “Sello”
que hemos ido perdiendo hasta convertirnos en unos vecinos más del pueblo con
el paso del tiempo.
Desde esos días nuestra intención era hacernos con
una casa para poder pasar todo el tiempo libre y de descanso que tuviéramos. El
día de la Patrona, la Santísima Virgen del Rosario, se materializó todo. Fuimos
a Villaluenga a la Función y posterior procesión con toda la familia: Mi suegra
y los tíos Charo y Miguel para celebrar el santo de la primera. Lo hicimos en
el Restaurante “La Velada”.
A partir de entonces todos los fines de semana y
“fiestas de guardar” la pasamos en Villaluenga del Rosario donde, con el paso
de los días, nos consideran unos payoyos más para nuestro contento y orgullo
personal.
He realizado todo este preámbulo para hablar de
una persona, de un chico joven lleno de virtudes; trabajador, responsable,
buena gente, comprensivo, buen hijo, hermano y mejor novio. Les estoy hablando
de Alexander Sellez Muñoz, Alex para todos, al cual conocimos por medio del Casino
donde trabajaba. Siempre alegre, predispuesto, amigo de sus amigos, es de ese
tipo de personas que la palabra dada vale más que cualquier contrato firmado
delante o mediante un notario. Es un buen conversador y le gusta leer mucho, en
eso coincide con Charo Oliva, Toni y con nosotros. Un día le prometimos que le
regalaríamos un libro, y así lo hicimos, de novela histórica del afamado
escritor y sacerdote; Jesús Sánchez Adalid. “El Caballero de Alcántara” fue el
título de la obra porque muchas de las virtudes que destacan en este libro se
pueden extrapolar a nuestro querido y joven amigo.
Lo mismo te lo encuentras en el Casino que
ayudando a sus padres, a sus amigos o visitando a su novia en Ubrique. Le gusta
mucho el Carnaval de Cádiz, es un devoto de al Virgen del Rosario, Patrona de
Villaluenga, a la que quiere mucho y un experto en informática. Su novia ocupa
un lugar muy importante en su vida, como debe ser. Sin duda él tiene mucha
suerte como una mujer como ella aunque ella no le va a la zaga pues se lleva a
un joven con unos valores que no se prodigan mucho en estos enrarecidos
tiempos.
Mi querido Alex:
Dentro de unos días nos veremos en Villaluenga del
Rosario, en nuestro pueblo, y allí nos tomaremos un copazo a la salud de todo y
de todos.
Lo prometido es deuda. Hace mucho tiempo que
quería escribirte este post y hoy me ha parecido el mejor día para ello. Mañana
publicaré el post denominado “Desde Villaluenga”, pero hoy el protagonista eres
tú por ser simplemente como eres.
Un fuerte abrazo, amigo.
Jesús Rodríguez Arias
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