Ayer, precisamente, estaba hablando con una compañera del trabajo y comentábamos lo rápido que pasa el tiempo. Empezamos el lunes deseando que llegue el viernes para disfrutar del fin de semana y éste pasa veloz y nos volvemos a encontrar, otra vez, de cara con el lunes y así pasan los días, los meses, los años...
Creo que estamos inmersos en tantas batallas, en tantas cosas que muchas veces nos olvidamos de lo esencial, de lo verdaderamente importante, de lo que vale la pena y da sentido a nuestra vida. Los años pasan, nos vamos haciendo cada vez más mayores, y no nos damos cuenta de que hay que pararse y meditar, tranquilamente, si el camino por el que vamos es el idóneo.
Cuando ya se van acumulando "tacos de calendario", cuando ya las canas, las ojeras, las arrugas van apareciendo en nuestro rostro y en nuestro cuerpo, cuando ya hemos vivido parte de nuestra vida, cuando ya atesoramos cicatrices en el corazón es cuando nos damos cuenta de lo que, de verdad, importa.
Muchas veces, y con razón, decimos: "Lo que quiero es calidad de vida". ¿Y qué es tener calidad de vida? ¿Queremos calidad de vida o una vida en calidad? ¿Calidad de vida es tener resueltos problemas económicos, sociales, familiares? Sinceramente opino que calidad de vida es tener corazón para con todo y con todos. La calidad de vida que quiero es que los demás también la tengan. Mi felicidad es mayor cuando la comparto con los otros y consigue impregnarle de ese sentimiento. Calidad de vida es tener caridad, ser amigos de tus amigos, ser un buen hijo, un buen marido o mujer, ser una buena persona que sepa transmitir a los demás tus valores, las virtudes que son necesarias para hoy, para mañana, ser un buen cristiano, un católico consecuente, ser un buen samaritano, qué me ayuda tener a Francisco Súnico como ejemplo de esto último, ser un laico coherente con sus principios y su fe. Qué me ayuda en este sentido Alfredo Dagnino, Rafael Sánchez Saus, José Macías Martín y tantos otros que dejan tener una vida con calidad por tener calidad en la vida.
Entrega sin límite a todo cuanto se haga y a todos los demás. No importa el tiempo que se dedique si la felicidad se puede escribir con mayúsculas por ser un bien de todos. Transmitir tus pensamientos, tus creencias, tu fe, tu don de servir a los demás mediante la fórmula que tu quieras te da una calidad en la vida que no se consigue con dinero, con casas y coches. Lo material es necesario, aunque es eso en definitiva, todo lo que es material es temporal y todo lo temporal tiene fecha de caducidad. Lo que no caduca nunca es el AMOR. Debemos luchar por un mundo donde el amor prevalezca. Dando amor se recibe amor y ese es el principal mandamiento que nos dejó Jesucristo. En el AMOR está todo. Hagamos todo con amor: Nuestro trabajo, estudios, nuestras relaciones afectivas, nuestro servicio a la comunidad, a los demás, con los demás.
Los días, meses y años pasan, nos vamos haciendo cada vez más viejos, con mil y una experiencias que nos modelan para ser las personas que hoy somos, pero el amor nunca pasa ni pasará. ¡Hagamos todo con amor y el mundo, sin lugar a dudas, será mucho mejor!
Enhorabuena Jesús por tu blog en el que pones tanto cariño. Me ha parecido muy acertado que incluyas en él "Para meditar", esas breves reflexiones tan profundas y tan llenas de sabiduría evangelíca que nos llegan al corazón.
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