El Arzobispo de Denver (Estados Unidos), Mons. Samuel Aquila, publicó este viernes 2 de febrero, cuando la Iglesia celebra la fiesta de la Presentación del Señor, la carta pastoral sobre la sexualidad “El esplendor del amor”.
“La enseñanza de la Iglesia sobre la sexualidad es una luz en la oscuridad que trae alegría a aquellos que la ponen en práctica”, señala el Prelado en la introducción de la carta.
En el texto, el Arzobispo afirma que “quizá la tragedia más grande que amenaza hoy a la familia sea la poca disposición de muchos a casarse y a experimentar las alegrías de la vida de familia. Nuestro mismo concepto de matrimonio ha cambiado, modelado por una visión del mundo individualista que se centra en la autorrealización”.
Mons. Aquila indica luego que “hasta hace poco, el matrimonio era entendido por nuestra sociedad como el don total de sí entre un hombre y una mujer, que implicaba un vínculo a través de una promesa de alianza de por vida con la otra persona, incluyendo la fidelidad y el don de los hijos”.
Ahora, lamenta, “el matrimonio se ha convertido en un medio de realización personal que dura solo si agrada a las dos partes. El mismo acto sexual ha pasado de ser un don y fuente de vida en la familia, a ser un medio de placer y autosatisfacción”.
“Una vez que el sexo y el matrimonio han sido redefinidos y trivializados de esta manera, es posible cambiar la definición y la constitución del matrimonio o de cualquier elemento relacionado con la sexualidad, como hemos visto en nuestro país y en todo el mundo”.
Mons. Aquila resalta que “en esta búsqueda desenfrenada de realización personal, se reflexiona poco o nada sobre las consecuencias a corto o largo plazo de este radical experimento social”.
La carta pastoral está dividida en tres partes. La primera se titula “Luces y sombras en los últimos 50 años”, que es el tiempo transcurrido desde que el Beato Pablo VI escribió, en 1968, su encíclica Humanae Vitae sobre la regulación natural de la natalidad.
En la Humanae Vitae, considerada por el Papa Francisco como de gran “genialidad profética”, el Beato Pablo VI alertó sobre las consecuencias de usar métodos anticonceptivos, entre las que destaca la infidelidad conyugal, la degradación moral, la pérdida del respeto a la mujer y el uso de estos métodos como políticas de estado.
“Por desgracia, todas las profecías del Beato Pablo VI se han cumplido”, lamenta Mons. Aquila en su carta.
Además del aumento del aborto y de otros males que el Beato “no hubiera podido ni siquiera soñar”, ahora “el uso generalizado de la pornografía ha trivializado el amor y ha hecho ‘barato’ el sexo, de forma que ya no exige ni supone un compromiso fuerte ni duradero con el otro”, prosigue el Arzobispo.
“Con el dominio de la pornografía –agrega– hemos visto también un descenso en el impulso sexual rectamente ordenado, con una pérdida de la libido e incluso un movimiento hacia el sexo con robots, como señalan los medios de comunicación”.
La dignidad de la persona
La segunda parte de la carta pastoral de Mons. Aquila se titula “La bondad de la sexualidad: La dignidad de la persona”, en la que el Prelado recuerda que “Dios impregnó nuestra sexualidad con verdades que son bellas y que cuando son aplicadas nos permiten servir como reflejos del amor de Dios mismo”.
“La familia es el lugar en el que experimentamos por primera vez el don de la vida e idealmente la afirmación de nuestra dignidad, dada por Dios. Es el lugar en el que aprendemos que somos amados por lo que somos y no por lo que tenemos o hacemos”, afirma el Prelado.
“De sus padres y de otros adultos –continúa– los niños aprenden la dignidad de los no nacidos, de los discapacitados, los ancianos y los necesitados”.
En esta segunda parte, el Arzobispo de Denver recuerda que el Beato Pablo VI explica en la Humanae Vitae que el amor matrimonial tiene cuatro cualidades que son esenciales: plenamente humano, total, fiel y exclusivo hasta la muerte; y fecundo.
“A través del matrimonio, los esposos se unen en la carne, pero también en sus afectos y su espíritu (plenamente humano), en todas las dimensiones de su vida (total), en su pasado y en su futuro (fiel y exclusivo), y en la posibilidad de recibir el don de una vida nueva (fecundo)”, subraya Mons. Aquila.
Con esta explicación, prosigue el texto, se puede comprender “el corazón de la enseñanza del Beato Pablo VI en la Humanae Vitae: la conexión inseparable entre los significados unitivo y procreativo del acto sexual”.
Ya que “Dios ha creado la sexualidad con una dimensión unitiva y otra procreativa, el hombre no puede separarlas sin causar un daño real”. “Como las dos alas de un águila, estos dos significados solo pueden subsistir juntos. Si tratamos de separarlos, perdemos los dos”.
El Arzobispo de Denver subraya que “San Juan Pablo II señaló que nuestros cuerpos fueron creados por Dios para que pudieran hablar un lenguaje. En la unión de la carne de los esposos, ese lenguaje comunica el don total de sí, que incluye su fecundidad, sin ningún tipo de límite ni restricción”.
En ese sentido, “la anticoncepción introduce una falsedad en el lenguaje del cuerpo. Mientras que los esposos indican con sus cuerpos que se están entregando totalmente el uno al otro, el acto sexual con anticonceptivos elimina la fecundidad y la posibilidad de llegar a ser padre o madre con esa unión”.
“El Beato Pablo VI no rechazó la anticoncepción por ser artificial sino porque daña el acto conyugal de los esposos, que está en el corazón de su intimidad y es el santuario de la vida”.
Esta enseñanza, prosigue el Arzobispo de Denver, también permite entender el problema de la fecundación in vitro: “Mientras que la anticoncepción exige eliminar la dimensión procreativa, la fecundación in vitro impide la dimensión unitiva de la intimidad sexual. En vez de concebir un hijo en un acto de amor, el matrimonio produce un hijo en el laboratorio, lo cual viola la dignidad del propio niño”.
Planificación Familiar Natural
Mons. Aquila refiere luego que la sexualidad en el marco del matrimonio es expresión de un amor hermoso y puro, que en ocasiones también exige sacrificio, cuando “es necesario espaciar o retrasar la llegada de los hijos por motivos serios”.
“Para este fin Dios ha diseñado nuestros cuerpos de forma que tienen periodos naturales de infertilidad gracias a los cuales los matrimonios que buscan evitar un embarazo pueden hacerlo legítimamente”.
El Arzobispo resalta entonces que “la Planificación Familiar Natural, que está ahora científicamente mucho más avanzada que con el antiguo método del ritmo, permite que los matrimonios puedan entender de manera precisa su fertilidad, mantener su apertura a la vida y crecer en el tipo de control de sí que es necesario para un matrimonio feliz”.
El Prelado explica que la “diferencia radical entre Planificación Familiar Natural y la anticoncepción aparece con claridad en el modo en que la Planificación Familiar Natural exige un cambio en el estilo de vida sexual del matrimonio y abre un canal de comunicación de la pareja, manteniendo así la belleza e integridad del amor matrimonial”.
“De esta manera, la Planificación Natural respeta la dignidad de los esposos, haciendo a los dos responsables del acto sexual y les ayuda a evitar tratarse el uno al otro como objetos. Semejante cambio de estilo de vida es un acto de amor sacrificial” con el cual “puede su amor hacerse más bello”.
Proclamar el esplendor del amor de Dios
La tercera parte de la carta pastoral se titula “Proclamando el esplendor del amor de Dios”, y en ella el Arzobispo recuerda que “cada católico está llamado a compartir la verdad liberadora del plan de Dios para la sexualidad, sin importar su estado de vida o profesión”, ya que “el mundo y las familias necesitan ese testimonio”.
“Debemos estar preparados para explicar la importancia de la enseñanza de la Iglesia cuando escuchamos objeciones y preguntas. Los cristianos están llamados también a pronunciarse contra la ideología de género que se ha extendido por toda nuestra nación” y el mundo entero.
Mons. Aquila refiere que “presentar a la gente la enseñanza de Jesús no es un enfrentamiento sino un acto de amor que les ayuda a encontrar la verdadera felicidad. Los católicos disponemos de muchos modos de compartir la Buena Nueva en nuestra vida de familia y lugares de trabajo”.
El Prelado anima a los padres a ser los primeros educadores de los hijos y, en ese sentido, “ayudarles a alcanzar una comprensión madura de la sexualidad y de la vida familiar”.
“Padres, la relación entre ustedes enseña mucho a sus hijos sobre el amor de Dios y les forma en su comprensión de la familia cristiana. Sus hijos aprenderán de ustedes la realidad del matrimonio como un don total de amor al otro. Los mirarán a ustedes para entender lo que significa que el amor está llamado a ser completamente humano, total, fiel y fecundo”.
El Arzobispo también alienta a los sacerdotes y diáconos a aunar esfuerzos en esta tarea; a los médicos y enfermeras a “dar testimonio de la verdad, aunque reciban presiones para que se conformen con la cultura de la muerte que afecta a la profesión médica”.
A los abogados, juristas y políticos, Mons. Aquila les recuerda luego su rol para defender con las leyes a la familia, los derechos de la conciencia y la libertad religiosa.
En el día de la Presentación del Señor que la Iglesia celebra este 2 de febrero, el Prelado agradece “a Dios por el don de la humanidad, por habernos creado varón y mujer, por el don del amor matrimonial y por las bendiciones de cada nueva vida y de la familia”.
“La Humanae Vitae es una gran luz en medio de un mundo oscuro y confundido en lo que respecta a la intimidad sexual humana”, concluye.
Puede leer la carta pastoral completa “El esplendor del amor”, haciendo click AQUÍ.
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