sábado, 3 de febrero de 2018

CATALAMUFLAJE; POR ENRIQUE GARCÍA-MÁIQUEZ



Hoy no ha podido ser que Carles Puigdemont, Oriol Junqueras, el procés, Tractoria, Comín y Carme Forcadell entren en caja. El nacionalismo catalán involuciona de forma transversal al interés político y bla, bla, bla.

Escribir una columna diaria es un privilegio que conlleva, como todos, su contrapartida. Hay días que resulta más diaria que columna: cuando no se te ocurre nada o tienes un catarro o la actualidad aburre a las ovejas. Encima, es un problema bífido. 

Por un lado, está la redacción del periódico. Esperan tu columna. Si no les llega, tienen que preocuparse, porque la composición de un periódico se basa en el horror vacui más puntilloso. Las mías siempre llegan, pero, si se retrasan, me tienen que llamar, darme un tiempo, esperar. Si aun así no cumpliese, tendrían que rebuscar a toda prisa en otro de los periódicos del Grupo Joly alguna columna portátil. No cabe dejar mi espacio en blanco con la nota: "Máiquez anda indispuesto". En la redacción desean como el que más que mi artículo esté bien, pues un periódico es un trabajo en equipo; pero saben -porque son más periodistas que yo- que lo básico es no faltar a la cita con los lectores. La regularidad, a menudo, implica estar regular.

Por suerte, mandar cualquier cosa es algo -quod erat demostrandum- que está al alcance de mis posibilidades.

La parte más grave del problema queda al otro lado de la letra. Donde espera el lector. A él (a usted) los problemas del oficio le dan igual. Tiene un tiempo, que es oro, y lo invierte (gracias, gracias) en la lectura de mi artículo. Tiene derecho a un interés. Lo ideal sería poder avisarle, de vez en cuando, que ese día la inversión no es rentable. ¿Empezar tal vez con un "Hoy no ha podido ser"? No parece muy factible. 

Pero he descubierto la solución: el catalamuflaje. Estamos tan tostados de la cuestión catalana que ya ni los más incondicionales (me lo han confesado) leen los artículos que tratan del asunto. Los días obtusos, pues, conviene escribir un título que se refiera claramente al nacionalismo y luego unas primeras frases y unas últimas (por si todavía el lector comprueba cómo acaba) muy del procés. Habrás ocupado tu espacio, sin malgastar su tiempo. Habrás salvado la difícil situación, difícil como la actual coyuntura de Roger Torrent, de Joan Tardá, de Gabriel Rufián, de Xavi Doménech y de Ada Colau. ¡Para lo que ha quedado, oh, la pobre y querida Cataluña!

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