jueves, 28 de diciembre de 2017

* A ANTONIO ARDÓN


Siempre ha sido para mí el día de los Santos Inocentes un día muy especial. En La Isla de mi infancia, del Carmen, al ladito de mi madre, ese día todos ideábamos una broma, lo más creíble posible, para dar la inocentada. Casi siempre ganaba yo no porque fueran las mejores sino porque era el que más serio las hacía.

Es el Día de los Inocentes en la madurez de mi vida un día muy especial pues ya no me la tomo a broma sino que valoro a esas personas que son almas blancas, que hacen todo el bien que pueden, que son en sí un ejemplo para muchos.

Escribo este artículo, que es en verdad una carta abierta, en la tarde de Navidad mientras mi familia está conversando y viendo una película en el salón mientras escribo junto a Enriqueta que no se aparta de mi lado un segundo y cuando cierro los ojos me da un lametón como diciendo no estés triste que yo estoy contigo...

Este escrito está elaborado en Navidad y horneado en los Santos Inocentes.

Y se lo dedico en este día tan especial a un amigo muy querido que lo conozco personalmente hace relativamente poco tiempo pero que parece lo conociera de toda la vida. Sí, os estoy hablando de Antonio Ardón.

Nuestro nexo, nuestro cordón umbilical, se llama Adela Fernández que siempre nos habló con devoción de este querido amigo tan suyo y ya tan nuestro.

Una boda fue la excusa para que lo conociéramos en persona. En cuanto nos dimos ese primer, y único apretón de manos, pude percibir que estaba ante un ser único, especial, sensitivo y sensible por igual.

Digo que primer y único apretón de manos porque a partir de entonces el abrazo es el modo de saludo, abrazo fuerte, abrazo siempre sincero...

Ha sabido coger el modo y la manera de ser de Hetepheres que es única y hemos sabido conectar conversación a conversación, silencio a silencio, palabra a palabra hasta fraguar una honda y sincera amistad.

Pocos son los días que no me sorprenda con una canción, una palabra de ánimo cuando menos ánimos tenía, una palabra sencilla como es él.

Antonio Ardón siendo un gran diseñador, una persona reconocida y distinguida mundialmente por su arte, conociendo secretos de tantos que van con él a la misma tumba, es un ser humilde, bueno, cariñoso y querido por igual.

Amante de su Familia por la que da literalmente la vida, por sus amigos de verdad. Es un caballero de los pies a la cabeza con una integridad que hace línea en el mismo cielo.

Dios me ha dado la capacidad de ver más allá de la mirada y he podido descubrir que Antonio tiene ese mismo don. 

Amigos de sus amigos hasta más allá de la muerte. Le agradezco profundamente el que estuviera en la celebración de mi cumpleaños que prepararon con tanto sigilo tantos y sobre todo Hetepheres y Adela. Que estuviera conmigo en unos momentos especialmente emotivos y sensibles como los que estoy pasando.

Bien sabéis que estoy perdidamente enamorado de Villaluenga del Rosario y ha querido Dios que Antonio sea el Pregonero de este bendito pueblo el año próximo. Esta noticia ha dado la vuelta al mundo y son muchos los que me han comentado el acierto del Ayuntamiento en tal designación.

De pregonero a Pregonero te doy las GRACIAS así como mi ENHORABUENA por tal designación, por este merecido nombramiento, por tan preciosa encomienda y desde aquí me ofrezco para todo lo que te pueda servir, todo lo que te pueda ayudar...

Seguro que en la noche que pregones a Villaluenga sonará en el cielo la voz potente de Rocío Jurado que tanto te quiso y tanto quisiste y quieres a diario.

Yo a los que quiero los quiero de verdad y entre ellos está Antonio Ardón que junto a su hermana Maribel solo he recibido cariño, detalles y gestos de bondad.

Sé que cuando leas estas palabras escritas desde el mismo corazón te sentirás azorado, tu humildad y sencillez es mucha, e incluso hasta a lo mejor sale alguna lágrima distraída de tu ojo izquierdo y que te limpiarás con esa elegancia natural que Dios te ha dado.

Sí, hoy en este día de los Inocentes tan especial como especial es todo este año, quiero dedicar mi artículo, a modo de carta abierta, a una auténtica alma blanca, a un ser extraordinario por sencillo, por humilde, por hospitalario, como es mi querido amigo Antonio Ardón al cual deseo lo mejor para este próximo año y que sigamos compartiendo tanto y tanto.

Con un fuerte y fraternal abrazo,

Jesús Rodríguez Arias 


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