lunes, 25 de diciembre de 2017

CELEBRANDO LA NAVIDAD DONDE NACIÓ JESÚS




La mañana de la vigilia de Navidad en Tierra Santa siempre tiene el mismo sonido: el de los tambores de los scout desfilando por la ciudad. También este año Jerusalén y Belén se despertaron con la música de docenas de grupos, esperando el comienzo de las celebraciones de uno de los acontecimientos religiosos más importantes.

Respetando las tradiciones navideñas de la Vigilia, la primera cita para los cristianos locales fue en el Patriarcado Latino de Jerusalén, con el administrador apostólico monseñor Pierbattista Pizzaballa. Durante la reunión, también tomaron la palabra el párroco de la iglesia de San Salvador, fray Nerwan Al-Bana y el responsable de la comunidad latina de Jerusalén (el mujtar) Yacoub Amer. Después, el administrador apostólico se dirigió en procesión a Belén, siguiendo un recorrido que se repite igual cada año. La primera etapa fue el exterior del convento greco-ortodoxo de Mar Elias, donde se encontró con el párroco y el alcalde de Beit Jala. Ante la tumba de Raquel, donde solo es posible detenerse dos veces al año, fue el momento del intercambio de felicitaciones del obispo con el párroco de la iglesia de Santa Catalina en Belén, fray Rami y el alcalde de Beit Sahour. Mons. Pierbattista Pizzabala realizó después su ingreso solemne en Belén, en la plaza del Pesebre, precedido por varios grupos de scouts procedentes de diferentes lugares y aclamado por el público local.

El frío y el fuerte viento no desanimaron a la población a participar en este importante momento en Belén, que siempre es motivo para involucrar a toda la ciudad y no solo a los cristianos. Para recibir a Mons. Pizzaballa se encontraban en la plaza varias autoridades civiles como el alcalde de Belén, Anton Salman, y el jefe de la policía. Delante de la iglesia de la Natividad, por otra parte, esperaban fray Artemio Vitores, guardián de la fraternidad franciscana de Belén, junto con representantes de la comunidad greco-ortodoxa y armenia, como establece el Status Quo, ya que son copropietarios del lugar.
Después de las primeras vísperas, a las cuatro de la tarde, los frailes franciscanos de la Custodia de Tierra Santa animaron la procesión a la gruta de la Natividad.

Vivir la fiesta del nacimiento del Niño Jesús justo donde ocurrió no puede dejar indiferente. Por eso, la emoción de la población local y de los muchos peregrinos o simples turistas, llegados a propósito para Navidad, era tangible en el ambiente de la plaza iluminada. «No somos cristianos pero venimos desde Hebrón para sentir un poco de este ambiente navideño», contaba un grupo de chicos mientras se tomaba un café en la plaza. Hanin y John, una pareja de Belén, aman la Navidad: «Es un momento en el que se ve toda nuestra cultura palestina». «Hemos venido a celebrar a Belén desde Nazaret – afirmaba otra pareja – la Navidad lo es todo». Salomón, un cristiano etíope de Jerusalén, también estaba en la plaza haciendo fotos al belén: «Yo celebro la Navidad etíope, pero me gusta participar también en la latina. Es todo alegría».

Antes de la misa de medianoche, los frailes franciscanos de la Custodia de Tierra Santa, miembros del patriarcado latino con el administrador apostólico y las autoridades civiles palestinas se reunieron para la cena de Nochebuena. Estaban también el primer ministro de la Autoridad Palestina, Rami Hamdallah, y su delegación. Entre los invitados especiales, el aclamado ganador de la pasada edición de Arab Idol, Yacoub Shaheen, que interpretó una canción al final de la jornada.
A pocos pasos de allí se celebró después la misa de medianoche, en la iglesia de Santa Catalina. “Gloria in excelsis Deo” resonaba en una iglesia repleta y festiva, en la que también se encontraba presente el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas.

En su homilía, Pizzabala habló de reconocer el valor del Niño Jesús, quizá considerado por algunos “insignificante” pero que en realidad es un “Consejero admirable”, “Dios poderoso”, “Padre para siempre”, “Príncipe de la paz”. El administrador apostólico hizo una vez más un llamamiento a la clase política, como también subrayó durante su mensaje de Navidad, para pedirles «que tengan valor, que no teman, que se atrevan y arriesguen. Que no teman la soledad, que no renuncien a su propia visión». Todos ellos fueron invitados a invertir la lógica y el comportamiento «del grande hacia el pequeño, de la fuerza a la debilidad, del poder a la entrega, porque así es como actúa Dios», afirmó Pizzabala.

Para concluir, el administrador apostólico del Patriarcado Latino de Jerusalén quiso ofrecer unas palabras de áliento a sus fieles: «¡Valor, Iglesia de Tierra Santa! ¡Valor, hermanos y hermanas! Podemos seguir viviendo y permaneciendo aquí, en la debilidad y la pobreza, porque estos son los caminos de Dios, cuando quiere venir al mundo y bendecir a la humanidad». Lo mismo hizo con los políticos: «Valor también para vosotros, poderosos del mundo: podéis atreveros a la aventura de la paz y la fraternidad – declaraba Pizzaballa -: la puerta de la humildad que nos introduce en la basílica de la Navidad es también la entrada a la verdadera grandeza».

Beatrice Guarrera

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