viernes, 29 de diciembre de 2017

ARREAN A ARRIMADAS; POR ENRIQUE GARCÍA-MÁIQUEZ



Expuse y sopesé las razones a favor y en contra de que Inés Arrimadas se presentase a la investidura, inclinándome, muy al final y con dudas, por la presentación; pero el mismo día se lanzaron el PP y el PSOE a exigírsela de muy malos modos. Me desconciertan, porque la presentación de Arrimadas conviene al bloque independentista (al que uniría en el no), pero no a los constitucionalistas. Si la apoyan, se pliegan el liderazgo de Ciudadanos y, si no, quedan como partidistas irredentos. ¿Por qué esa insistencia? Se me ocurren cuatro razones, que ordenaré de la más taimada a la más obtusa:

1º) Piden lo contrario de lo que quieren para que el rival haga lo contrario de lo que piden. Añadiendo que, si engañan a Arrimadas, podrán adornarse diciendo que la hubiesen votado. Su insinceridad la demuestra que critican justo lo que hace nada hizo Rajoy con exacto argumento, y defendieron tanto. Arrimadas debería o no dejarse engañar o no dejarse convencer. Si se presenta, pero tarda mucho, se apuntarán el mérito de haberla forzado a rectificar. 

2º) Aspiran a liarla en las negociaciones previas a la investidura. Error, porque quedarían como cicateros en una situación de emergencia nacional.

3º) Creen que, en un discurso de investidura, Arrimadas tendría que concretar medidas de gobierno que, a la fuerza, irritarían a alguna parte de su electorado, tan transversal, unido sólo en su unionismo. No pasaría: los políticos nacionalistas llevarían inexorablemente el debate al monotema.

4º) Suponen que una derrota parlamentaria empañaría la victoria electoral de C's. En realidad, sólo dejaría claro que hay un desfase entre la voluntad popular y su representación política, y Arrimadas saldría de la voltereta con la aureola quijotesca de haber embestido a los molinos de viento de la inercia nacionalista. Pensar que el revolcón la perjudicaría es de una mentalidad sanchopancesca que tira para atrás. 

A Arrimadas la arrean (en los dos sentidos: el de meterle prisa y el de soltarle palos) y debería presentarse pronto y motu proprio. Ahora más que antes. Para que no parezca que la dirigen y porque Tabarnia -que ella no puede ni nombrar- cambia las cosas: crea una inesperada y efervescente entidad (con la fuerza de un poble nou) donde se la respalda mayoritariamente (y este adverbio hay que subrayarlo) y que busca, aunque sea irónicamente (y este adverbio hay que aligerarlo), representación

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