Muchos me pueden decir que en unos días tan claves he desaparecido del "mapa". ¡Tendrían toda la razón para decirlo y para pensarlo! Lo que pasa es que con la salud no se puede.
Desde primero de este mes de mayo mariano mi enfermedad digestiva ha aumentado gracias a todo el estrés que llevo acumulado. La medicación, complementada con otra muy eficaz así como un necesario alejamiento de todo lo que me "embota" ha hecho que haya cogido unos días de vacaciones para poner kilómetros de por medio y ocultarme de todo en mi querido pueblo de Villaluenga del Rosario.
Cuando has entrado en esta etapa de la vida en la cual das importancia a lo que verdaderamente lo tiene, ves lo innecesario que es casi todo lo que hacemos y nos rodea, que nos hemos ido complicando la vida según pasa, que un saludo, una muestra de afecto, no solamente es necesaria, es imprescindible para el normal y armonioso desarrollo de nuestras existencias, cuando ves que lo que creíamos necesario no lo es tal y que mucho de lo que nos rodea o nosotros mismos nos rodeamos esta lleno de falsedad, hipocresía, ineptitud, mediocridad..., cuando todo eso sucede y te deja arrastrar hasta ponerte el yugo para ser una bestia más que tienes que hacer lo que te dicen y cuando te lo dicen, ese es el momento de poner tierra de por medio y dedicarte a lo sublime, a lo excelso, a la oración meditada, a la reflexión de lo que llevas recorrido y del que según la voluntad de Dios te queda por recorrer, cuando pones a Jesús en el centro de tu vida y ya ves claro que por mucho intentos que hagamos para "lucirnos" en Su Bendito Nombre no lleva a ningún lado, todo lo contrario nos vamos chocando con la propia realidad que es nuestra propia e inepta soberbia ofrecida de un modo de servicio a los demás cuando en realidad es una clara campaña de servicio a uno mismo.
Muchos piensan que por Dios hacemos todo aunque nos sacrifiquemos y tengamos que recibir honores y parabienes. El verdadero servicio no entiende de florituras, de medallas, de títulos, de nobleza impostadas sino de una vocación de Amar sobre todas las cosas a Dios y, por Él, a todos nuestros semejantes. La Vida Eterna es suficientemente importante para esquilmar nuestras voluntades a la voluntad de los otros y no de Dios. La Vida no termina en un cargo, en una directiva, en una profesión, en ser alguien porque la Vida que nos ofrece el Padre supera y está a muchos kilómetros de nuestros afanes temporales en los que queremos ser siempre reconocidos y prestigiados.
Por eso mis queridos amigos, hermanos en la fe del Señor, precisamente por eso, cuando uno se "emborracha" de tanto ser, estar y parecer es bueno el quitarse del medio, porque en ese "desaparecer" de la vida pública por un tiempo determinado en el que coges las fuerzas necesarias para seguir con nuestra evangelización, también te sirve para adquirir esa humildad, esa mansedumbre que Jesús quiere para todos y cada uno de nosotros. El Señor quiere que nuestros corazones estén limpios y sin mácula para seguir haciendo Su Voluntad aquí en la Tierra que será nuestro peregrinar hasta llegar a esos valles y senderos tranquilos que nos esperan junto a Él en la Gloria.
A los que están hablando o siguen preguntándose el por qué de mi actitud que sigan haciéndolo, se lo agradezco profundamente, porque es una forma de tenerme siempre presente en sus vidas y a lo mejor, quién lo sabe, un día se interesan por la misma y poniendo sus vidas en Manos del Altísimo pueden aspirar a instalarse en esta "Atalaya del olvido voluntario" donde me hallo ya hace bastantes años y que tan beneficioso está siendo para mi espíritu, mi alma y también para mi cuerpo.
Recibid un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
Jesús Rodríguez Arias
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