2013-05-23 Radio Vaticana
(RV).- El Diablo aprovecha el desconcierto, las frustraciones y la incredulidad para aislar en la amargura. Jesús, en cambio, no humilla, sino que consuela y vuelve a dar coraje. Ser Pastores quiere decir disponerse a “caminar en medio y detrás del rebaño” y no ser seducidos por el dinero o la perspectiva de la carrera. Son algunos de los pasajes de la homilía del Papa Francisco, pronunciada esta tarde en la Basílica de San Pedro, durante la Profesión de fe del Episcopado italiano, reunido en la 65ª Asamblea general.
En efecto, a las seis de la tarde, el Obispo de Roma presidió la solemne Profesión de de del Episcopado Italiano, con una meditación en la que destacó que es significativo – y que se sentía particularmente contento – por el hecho de que este primer encuentro con los obispos italianos se produzca precisamente en este lugar que custodia no sólo la tumba de Pedro, sino también la memoria viva de su testimonio de fe, de su servicio a la verdad, de su entrega hasta el martirio por el Evangelio y por la Iglesia.
Esta tarde – dijo el Papa – el altar de la Confesión se convierte de este modo en nuestro lago de Tiberiades, en cuyas orillas volvemos a escuchar el estupendo diálogo entre Jesús y Pedro, con la pregunta dirigida al Apóstol, pero que debe resonar también en nuestro corazón... “¿Me amas tú?”; “¿Eres mi amigo?” (Cfr. Jn 21, 15ss).
Después del saludo del Cardenal Angelo Bagnasco, Presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, y de la celebración de la Liturgia de la Palabra, el Papa Francisco, tras la Profesión de fe, la súplica y la bendición apostólica, durante el canto final del Salve Regina, presentó un homenaje floral a la imagen de la Bienaventurada Virgen María.
(María Fernanda Bernasconi – RV).
En efecto, a las seis de la tarde, el Obispo de Roma presidió la solemne Profesión de de del Episcopado Italiano, con una meditación en la que destacó que es significativo – y que se sentía particularmente contento – por el hecho de que este primer encuentro con los obispos italianos se produzca precisamente en este lugar que custodia no sólo la tumba de Pedro, sino también la memoria viva de su testimonio de fe, de su servicio a la verdad, de su entrega hasta el martirio por el Evangelio y por la Iglesia.
Esta tarde – dijo el Papa – el altar de la Confesión se convierte de este modo en nuestro lago de Tiberiades, en cuyas orillas volvemos a escuchar el estupendo diálogo entre Jesús y Pedro, con la pregunta dirigida al Apóstol, pero que debe resonar también en nuestro corazón... “¿Me amas tú?”; “¿Eres mi amigo?” (Cfr. Jn 21, 15ss).
Después del saludo del Cardenal Angelo Bagnasco, Presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, y de la celebración de la Liturgia de la Palabra, el Papa Francisco, tras la Profesión de fe, la súplica y la bendición apostólica, durante el canto final del Salve Regina, presentó un homenaje floral a la imagen de la Bienaventurada Virgen María.
(María Fernanda Bernasconi – RV).
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