Rafael Caro, alias "Carito", alias "Tripater", es el párroco de Arriate, una población de Málaga de 4.000 habitantes. Tiene 42 años y en los diez últimos combina la vida sacerdotal y el correr triatlones.También acompaña a grandes aficionados del deporte por wasap. Natural de Villanueva del Trabuco (Málaga), corredor desde los 16 años, de casi 2 metros de altura, se deja ver en grandes competiciones.
«Un día recibí una llamada de un tal Ángel, que me llamaba desde Ginebra, y buscaba al Padre Carito. No salí de mi asombro cuando me contó que había conocido mi historia deportiva por Internet y, desde entonces, él y su amigo Fran, cordobés que también vive en Ginebra, me andaban buscando para compartir la experiencia de la fe y el deporte», explicó en Diario Sur.
«Queremos crear una plataforma en la que contemos nuestra experiencia sobre cómo, desde el deporte, encontramos a Dios en nuestra vida y crece nuestra espiritualidad. Queremos contarle esto a la gente porque en una competición de 2.000 personas podemos estar 800 cristianos, pero no lo sabemos», explica Rafael Caro.
«Por ahora tenemos un grupo de wasap, que rebosa de Dios. Yo soy el cura del grupo, pero muchas veces me quedo impresionado de la fe profunda que transmiten tanto Ángel como Fran», afirma Caro.
Otros dos fans de la fe y el deporte
Ángel Lanchas, de 44 años, está casado y tiene 4 hijos, reside en Ginebra desde 2005, por cuestiones laborales. Su padre fue profesional del fútbol español y él llegó a jugar en Segunda B. «Encontrarnos ha sido una conexión de Dios. Para mí, el deporte es algo que Dios ha puesto en mi vida, para conocerlo y hacerlo conocer y poder ayudar a otra gente. Por eso creo que este encuentro con Rafael Caro ha sido providencial. Es un hombre deportista 100 por 100 y espiritual 100 por 100. Es una bendición y una alegría y yo creo que Dios tiene un proyecto para nosotros», afirma.
Fran Palacios, el otro impulsor del grupo, es cordobés, tiene 3 hijos y también vive en Ginebra por motivos laborales. Está convencido de que «este proyecto es nuestra manera de hacernos Iglesia en salida, como nos dice el papa Francisco, cuando nos invita a anunciar la Palabra de Dios de forma novedosa y creativa. Al Espíritu Santo le gusta disfrazarse de casualidad y hacer «de las suyas». ¿Cómo te explicas si no que yo tenga un chat de móvil que arde de fe y deporte, con otro ciclista que me habló desde su bici y ahora siento como hermano, y con un sacerdote a quien no conozco en persona pero que siento como amigo y consejero espiritual?».
Fue justamente un documento vaticano: 'Dar lo mejor de uno mismo', sobre la perspectiva cristiana del deporte y la persona humana, publicado por el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, el que puso en movimiento al párroco de Arriate. «En este documento, el papa Francisco habla a los deportistas del valor del esfuerzo. Cuando lo escribió me dio muchísima alegría porque necesitaba algo así en mi vida», dice Rafael Caro.
El padre Caro no se detiene: el espíritu vence a la carne...
el desafío del deportista y del cristiano
Misa de ironman a las 4.30 de la madrugada
«La gente me pregunta que cuando una competición es en domingo, cómo hago para celebrar la Eucaristía, y yo les cuento que en un Ironman que participé, a las 4.30 de la madrugada estábamos más de 20 triatletas celebrando la Eucaristía, antes de comenzar a prepararnos para las pruebas deportivas. Fue una gozada», señala.
Entre los próximos proyectos que van a compartir, en mayo se conocerán en persona, en Ginebra y comenzarán a trabajar en un documental, en el que se ha interesado Juan Manuel Cotelo, el director de cine de La Última Cima y El Mayor Regalo. Y en septiembre competirán juntos a un 'Ironman', compartirán reto deportivo, celebración de la Eucaristía y experiencia humana y cristiana. «Queremos que se vea que en nuestra vida no se separa deporte y espiritualidad cristiana», concluye Rafael Caro
En La Opinión de Málaga el sacerdote responde una serie de preguntas.
- ¿Cómo se explica en síntesis el binomio que usted ha propuesto de aunar deporte y fe?
- Estoy convencido de que muchas de las pruebas populares en las que yo participo, y otras de menor distancia, tienen como el resto de disciplinas deportivas una función evangelizadora. Y ya lo he podido comprobar de mi propia experiencia personal. Porque entre miles de participantes en una maratón, por ejemplo, seguro que al menos mil son cristianos.
- ¿De qué manera puede beneficiarles conocerse antes de tomar parte en una de estas pruebas?
- Al compartir con otros atletas mi labor sacerdotal y ser preguntado sobre cómo un fin de semana en el que compito celebro la eucaristía, yo mismo he visto lo que genera la fe cristiana. En Barcelona, por poner un ejemplo, les dije a un grupo que suelo celebrarla en el hotel, de madrugada, sobre las cinco, antes de tomar parte de una prueba en la que solemos invertir no menos de una docena de horas. Pues de repente he visto como a esa hora han empezado a pegar en la puerta del hotel muchas personas. Recuerdo celebrar una de estas eucaristías con la habitación llena. La mesita de noche era el improvisado altar y te encontrabas a personas ocupando toda la cama, las sillas y también de pie. Es una experiencia de tantas. Participar juntos nos permite, como cristianos, poder compartir ambas experiencias.
- ¿Cómo nació en usted la vocación sacerdotal?
- Me llegó de una manera tardía, con 25 años y después de haber tenido trabajo fijo e incluso de haber tenido novia. Llegó después de tener contacto con otros sacerdotes muy implicados en la vida social de mi pueblo. Me planteé por cuestiones solidarias viajar y participar en misiones. Pero finalmente me inscribí en el Seminario. Me ordené sacerdote hace diez años, ahora ya tengo 42, y es justo el periodo de tiempo que llevo practicando triatlón. Desde los 16 años he corrido, pero en las pruebas de larga distancia sólo llevo una década.
- ¿De qué manera compagina el entrenamiento y el sacerdocio?
- Suelo entrenar de madrugada, de manera que para las ocho de la mañana ya he terminado de correr. Y la preparación a nado suelo hacerla a las dos de la tarde, cuando la mayoría de las personas se marchan a almorzar. También tengo la ventaja de que los lunes suele ser para los párrocos el día libre y ahí aprovecho para hacerme 150 ó 200 kilómetros en bicicleta durante toda la mañana. Es cuestión de readaptar los horarios en función de tu labor.
- ¿Tiene un distintivo que le ayude a identificarse?
- Además de mi apodo, Carito, los compañeros en las pruebas suelen ver mi apelativo de Tripater. Es decir, en cuanto ven Carito Tripater ya saben que estoy ahí. Igual que en mi parroquia me siento arropado por la gente que me rodea y que al mismo tiempo comparten mi fe, en mi práctica como triatleta quienes están a mi alrededor se sienten al mismo tiempo arropados por mí y por otros cristianos. Mi objetivo es el de crear este tipo de plataforma, el de aunar deporte y fe.
- ¿Primero párroco o atleta?
- Antes que nada soy cura. Aprovecho mis vacaciones para competir y si hay una urgencia parroquial, el entrenamiento queda en un segundo plano. Pero entiendo que el deporte en sí es un medio de evangelización. En mi caso utilizo el deporte para evangelizar, puesto que quienes compiten conmigo dejan de ver al cura como una persona extraña o inaccesible.
- ¿Hasta qué punto ha logrado eso en los cinco años que lleva como párroco de Arriate?
- Si le digo que soy vicepresidente del club Trail Running Arriate no le tengo que dar más detalles. Los vecinos saben hasta qué punto estoy implicado en la sociedad del pueblo y los deportistas también son conscientes de mi forma de vivir la vocación sacerdotal.
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