La blasfemia, esa es la definición que de ella todos aprendimos, es toda palabra injuriosa contra Dios, o la Virgen, o los santos, o la Iglesia; pero también aprendimos que lo es no porque nosotros, piececitas minúsculas en el puzzle de la vida, podamos ofenderle, sino porque menospreciamos con esas palabras maldichas a los demás y es a los demás a los que ofendemos.
El párroco de Carrión, al hilo de la pintada en la imagen de la Virgen del Rocío, ha hecho una reflexión que expresa perfectamente lo que te quiero preguntar, Teresa, cuando te digo si te pasa algo.
Resulta que llamar la atención es una constante del ser humano, principalmente cuando nos sentimos ignorados por los demás. Los niños, por llamar la atención, no solo molestan o incordian, sino que aprenden a decir picardías y las dicen cuando reclaman de sus padres atención, sobre todo si hay alguien a quien se la están prestando dejándolos a ellos en ese momento sin hacerles caso. Un comportamiento que es muy de niños. Por eso te pregunto si te pasa algo, Teresa, no vaya a ser que hayas querido llamar nuestra atención porque te sientas sola o no atendida por los demás.
Si no es por llamar la atención, tus palabras tienen mucho más alcance del que tú les has querido dar, porque si hay algo que se requiere en aquellos que andamos al servicio de todos es el saber estar, el saber decir y el saber callar, porque las libertades de los demás y el respeto que todos merecemos son siempre el límite sagrado de los derechos propios. Tú no puedes reclamar libertad de expresión si con ella ofendes, y en este caso, lo has conseguido. Cómo será la cosa que viéndote en estas reacciones pones en duda incluso tu capacidad para que se te confíe la gestión de lo público. Esto de vivir en contra de todos pero viviendo de todos es mal camino, Teresa.
Pero nosotros somos gaditanos, gracias a Dios. Tenemos una capacidad especial para sacarle punta a todo y para darle la vuelta y hasta para gestionar las crisis que decís vosotros mucho. Sabes que los gaditanos, cuando se nos ofende, reaccionamos apartándonos de quien lo ha hecho. Una pena, porque tú eres gaditana y estás hecha de nosotros también. En esta ciudad se te permite hasta vivir en contra de nosotros. Esa es su grandeza. Pero esta ciudad, lo sabes tú, es muy de Dios, Teresa, porque somos muy de vecindario, de acogida, de saludo, de un abrazo, de no molestar, de preocuparnos unos de otros. No nos ofendas, mujer, que no nos lo merecemos.
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