Kapital, escrito así con k, es una de las discotecas más en boga de Madrid. Al final de la calle de Atocha, esquina a Cenicero, el paseante curioso quizá repare en un edificio que, sin ser llamativo, tiene algo peculiar que insinúa que fue concebido como un lugar destinado a espectáculos.
En realidad, esta singular construcción de estilo art decó de la segunda época, llamado aerodinámico o stream line, que realza el chaflán con su estructura rematada por un torreón que semeja un faro, fue trazada por el arquitecto Eduardo Lozano Lardet con el fin de que albergara un cine y viviendas particulares. Una característica de esta tendencia de transición entre el art decó y el racionalismo son las bandas verticales y horizontales que adornan la fachada y producen un efecto de ligereza y dinamismo.
La flamante sala del cinematógrafo, como decían entonces, se inauguró en agosto del 1928, época en la que este arte había alcanzado ya el rango de espectáculo de masas por excelencia. Se llamaba Cine San Carlos, como el hospital que había enfrente, en el edificio del actual Conservatorio de Música.
Lozano Lardet participó en la construcción del airoso Teatro Alkázar, que se escribía con k cuando se inauguró, en 1925; de Lozano fue igualmente el Frontón Madrid, en Doctor Cortezo, junto a Tirso de Molina, ocupado hoy por un hotel que conserva las vidrieras originales.
Mas regresemos a Kapital y fijémonos en la fachada, especialmente en la ornamentación del chaflán, esos paneles con imágenes de músicos de jazz. No son desde luego de época fundacional sino un remedo de los que pintó el extraordinario y polifacético artista de vanguardia portugués José Almada Negreiros, ilustrador de ABC, Blanco y Negro y la Gaceta literaria, amigo de Ramón Gómez de la Serna, residente en Madrid durante cinco años desde 1927 y tertuliano de Pombo y otros varios cafés.
Almada pintó, además, unos bajorrelieves en yeso alusivos al cine y sus gentes para el interior del San Carlos, luego desmontados, y colaboró en la decoración interior del cine Barceló. Mala fortuna tuvo la producción del genio portugués en Madrid; un bombardeo de la guerra civil en la Universitaria destruyó la Fundación del Amo con sus pinturas, y las del Muñoz Seca también se perdieron.
Concha D’Olhaberriague
No hay comentarios:
Publicar un comentario