Despido un mes de septiembre, en los que artículo publicados en Información San Fernando se refiere, que ha dado mucho que hablar...
Hoy se ha publicado uno dedicado a un sacerdote bueno, un hombre de Dios, que ha sido demonizado por muchos y entre ellos por algunos pastores que son lobos con piel de ovejas...
Hoy dedico mi artículo al Padre D. Antonio Diufaín Mora.
Porque si no lo hiciera no tendría sentido ni mi tribuna ni el nombre que la corona: SED VALIENTES.
Hoy intento hacer justicia a un hombre justo.
Jesús Rodríguez Arias
DIUFAÍN
Hay veces que escribir sobre
una determinada persona hace que un gesto de reprobación se marque en el rictus
de muchos lectores porque a través de una información sesgada, de una campaña
ciertamente inmoral de desprestigio orquestada por los de siempre ha hecho que
la sociedad haya juzgado y condenado, sin derecho a defensa ni a réplica
alguna, al individuo en cuestión. Sólo con decir su nombre aparece un gesto de
rechazo, de antipatía, que cuando cuestionas esa actitud no saben contestarte Ese
es el mundo en el que vivimos donde por exceso de información estamos más
desinformados que nunca, donde en las redes sociales se juzga y sentencia con
la facilidad que dan esos juicios paralelos donde no hay que acreditar los
mínimos conocimientos de derecho y donde el condenado tiene que callar y cargar
con la culpa que los otros se quieran inventar.
Pero pensad que si yo no
escribiera de esas personas a las que muy pocos conocen, que son chivos
expiatorios de esos lobos con piel de cordero, si yo no dijera lo que pienso no
tendría sentido alguno ni esta tribuna ni el nombre que la presenta. En el uso
de mi propia Libertad voy a escribir y dedicar mi artículo a una persona que le
tengo mucho cariño, admiración y profundo respeto como es el Padre D. Antonio
Diufaín Mora.
Ya, ya, sé que a más de
algunos con solo haber leído el epígrafe que titula este artículo habrá puesto mal
gesto en la cara, de una cruel actitud reprobatoria pues me atrevo a desafiar a
los que tan mal han pintado y han hablado de este buen sacerdote.
El Padre Diufaín es un
sacerdote de aspecto serio y recio, que tiene que tomar serias decisiones a
diario, pero yo sé que detrás de esa carcasa esta un hombre bueno, un hombre
cercano, un hombre que da su confianza a quienes él sabe que no traicionarán
nunca a la Iglesia y a lo mejor en esa clave está el quid de la cuestión.
Diufaín es un cura entregado
que lleva muchos años ejerciendo su ministerio apostólico y gran parte del
mismo en labores misioneras. Sí, Don Antonio es misionero y es de esos que van
a los lugares donde nadie va, evangeliza con palabras y obras llegando a
remangarse para hacer que la vida de los más desfavorecidos de este mundo sea
un poco más cómoda, que por lo menos tengan las mismas oportunidades para que
lo esencial no le falte a nadie.
Sí, ese cura grande,
corpulento, de gesto adusto resulta que es un misionero que entrega su vida a
todos para que Dios al que sirve sin fisura llegue a sus corazones. Es un cura fiel,
un pastor bueno que prefiere ir al encuentro de las ovejas. Diufaín lo que le
pasa es que es un hombre justo, un hombre de Dios, un hombre que sirve a la
Iglesia a la que quiere como Madre y claro eso a este mundo tan viciado, tan
pestilente y tan masónico esta forma de vida no le gusta ni lo más mínimo.
Cuando el Padre Diufaín tomó posesión del cargo de Ecónomo, el más
desagradecido que existe a los ojos de los demás pues al parecer tiene la culpa
de todo, ante el Obispo de Cádiz y Ceuta, mi siempre querido y admirado Mons.
Zornoza, este dijo que la responsabilidad encomendada a Don Antonio era
especialmente importante y sensible pues “la economía dentro de la Iglesia es
un asunto de enorme responsabilidad debido a que administramos pobreza”... Esta
misión delicada no es bien entendida por los enemigos de la Iglesia Católica
pues estos lo que quieren es acabar con la misma más pronto que tarde, llevan
demasiado tiempo con esa pretensión, por eso la importancia de que la misma la
gestione un buen sacerdote que además es misionero, que tiene nombre y
apellidos al que respeto, admiro y quiero de verdad.
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