Cuando tu corazón se sienta herido o humillado, no busques la venganza, ni huyas con cobardía de quien te ha atacado. La venganza acrecienta el odio y el rencor en tu corazón y en el de tu adversario, como una inmensa bola de nieve que rueda montaña abajo. La huida hace que crezca en ti el miedo a una nueva ofensa y en tu adversario el placer de la victoria. Perdona y encontrarás la paz.
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