El Santo Padre agradeció la labor que realizan en todo el mundo y dedicó un pensamiento especial a todos los que "han donado la vida" mientras prestaban servicio.
SL- Ciudad del Vaticano
El sábado 27 de enero, en torno a las 11:45 de la mañana hora local de Roma, el Papa Francisco recibió a más de 6000 miembros de la cruz roja italiana en el Aula Pablo VI del Vaticano, acompañados por el recién elegido presidente de la federación nacional de Cruz Roja y Medialuna Roja, el señor Francesco Rocca.
En el encuentro, también estuvieron presentes otros altos representantes de la estas dos asociasiones de ayuda humanitaria, entre ellos, el presidente de Media Luna Roja de Siria, Palestina, Irán, y Bangladesh, así como los presidentes de Cruz Roja de Argentina, Venezuela, China, Haití, Antigua y Barbuda y Zimbabwe.
Tras escuchar el discurso de cortesía del presidente Francesco Rocca, el Santo Padre agradeció a todos los miembros y voluntarios presentes, por el “servicio insustituible y precioso que llevan a cabo, ya sea a través de la labor material y concreta que realizan en tantos países, como por el espíritu con el cual trabajan, que contribuye a difundir una mentalidad nueva, más abierta, más solidaria”.
“La acción de ustedes, por tanto, merece aún más la gratitud de cada ciudadano ya que se realiza en las más diversas situaciones, teniendo que lidiar fatigas y peligros de diversa índole”, dijo el Papa destacando el enorme valor de la asitencia que prestan a las víctimas de terremotos y otros desastres naturales, aliviando así el padecimiento de las poblaciones afectadas, lo que representa un signo de la cercanía de todo el pueblo italiano.
La misión del voluntario reflejada en El Buen Samaritano
Asimismo, el Obispo de Roma hizo hincapié en la encomiable labor de ayuda e integración de Cruz Roja en cuanto a la asistencia que proporcionan a los migrantes. “De igual valor es el compromiso que ustedes ponen en el rescate de los migrantes durante su arduo viaje por el mar, y en recibir a aquellos que desembarcan y esperan ser bienvenidos e integrados. La mano ustedes les ofrecen y de la que ellos se aferran es una gran señal que debería ser traducida como: "No te ayudo sólo en este momento, para sacarte del mar y llevarte a un lugar seguro, sino que te aseguro que estaré contigo y tomaré de corazón la responsabilidad de tu destino; por esta razón, su presencia junto a los migrantes es un signo profético, tan necesario para nuestro mundo”, aseveró Francisco.
En su discurso, el Sucesor De Pedro también recordó que la misión del voluntario, “llamado a inclinarse sobre cualquiera se encuentre en necesidad y prestarle su ayuda de manera amorosa y desinteresada”, recuerda la figura evangélica del Buen Samaritano (cf. Lc 10, 25-37).
Actuar con humanidad e imparcialidad
“Una parábola de Jesús cuya riqueza inagotable nos ofrece una luz preciosa sobre las acciones y los valores que recogidos en sus Estatutos”, señaló el Papa destacando dos principios fundamentales de estas asociaciones el de humanidad y el de la imparcialidad.
“Una humanidad que conduce a "prevenir y aliviar el sufrimiento humano en todas partes" (Art. 1.3) y en virtud de la cual ustedes se ocupan de los sufrimientos de muchas personas, y que es la misma que impulsa al buen samaritano a inclinarse sobre el hombre herido tendido en el suelo. Él siente compasión y se hace su prójimo: sin compasión, se mantendría a distancia, y el hombre atacado por los ladrones seguiría siendo para él un un sujeto sin rostro”, añadió el Pontíce haciendo alusión a “tantos niños, ancianos, mujeres y hombres cuyos rostros no son reconocidos como únicos e irrepetibles, sino que continúan siendo invisibles, escondidos bajo la sombra de la indiferencia”.
Y en relación a ello, el Papa puso en guardia ante los peligros de la cultura del descarte, que tanto daño hace en las sociedades actuales y que precisamente es una cultura anónima, sin vínculos ni rostros. “Afirmar el principio de humanidad significa por tanto, convertirse en promotores de una mentalidad enraizada en el valor de cada ser humano y de una práctica que ponga al centro de la vida social, no los intereses económicos, sino el cuidado de las personas”, afirmó Francisco.
En cuanto al segundo principio de los estatutos de la organización de Cruz Roja, destacado por el Papa, la imparcialidad; el Sucesor de Pedro observó que esta se manifiesta en el hecho de “no basar las acciones propias en ninguna distinción de nacionalidad, raza, credo religioso, clase social u opinión política” y de la cual deriva un tercer principio: la neutralidad, que hace que este Movimiento “no se alínee con ninguna de las partes enfrentadas en los conflictos, o controversias políticas, raciales o religiosas”.
Actuar con neutralidad al servicio del más necesitado
“El samaritano del Evangelio actúa de manera imparcial: no cuestiona al hombre que yace en el suelo, antes de ayudarlo, para saber cuál es su procedencia y su fe, o para entender si ha sido herido justa o injustamente. No. El buen samaritano no somete al hombre herido a ningún examen previo, no lo juzga y no subordina su ayuda a las prerrogativas morales, ni siquiera a las religiosas. Simplemente alivia sus heridas y luego lo confía a una posada, encargándose primero de todas sus necesidades materiales, que no pueden posponerse”, explicó el Papa reiterando que destrás de la figura del samaritano “se encuentra la del propio Jesús, que se inclinó sobre la humanidad y sobre cada uno de los que ha querido llamar hermanos, sin hacer distinción, pero ofreciendo su salvación a cada ser humano”.
“La Cruz Roja Italiana comparte los principios de humanidad, imparcialidad y neutralidad con el Movimiento Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja que, reuniendo hasta 190 movimientos nacionales, constituye una red internacional necesaria para coordinar y "globalizar" los esfuerzos de socorro, que garantizan la promoción del "entendimiento mutuo, la amistad, la cooperación y la paz duradera entre los pueblos" (ver Estatutos, 1,3)”, añadió finalmente el Santo Padre poniendo de relieve estas palabras que son siempre el significado de su misión: la construcción de una comprensión mutua entre las personas y los pueblos, y el nacimiento de una paz duradera, que solo puede basarse en un estilo de cooperación, que se fomente en todos los entornos humanos y sociales, y en sentimientos de amistad.
En cuanto al segundo principio de los estatutos de la organización de Cruz Roja, destacado por el Papa, la imparcialidad; el Sucesor de Pedro observó que esta se manifiesta en el hecho de “no basar las acciones propias en ninguna distinción de nacionalidad, raza, credo religioso, clase social u opinión política” y de la cual deriva un tercer principio: la neutralidad, que hace que este Movimiento “no se alínee con ninguna de las partes enfrentadas en los conflictos, o controversias políticas, raciales o religiosas”.
Detrás del Buen Samaritano está el rostro de Jesús
“El samaritano del Evangelio actúa de manera imparcial: no cuestiona al hombre que yace en el suelo, antes de ayudarlo, para saber cuál es su procedencia y su fe, o para entender si ha sido herido justa o injustamente. No. El buen samaritano no somete al hombre herido a ningún examen previo, no lo juzga y no subordina su ayuda a las prerrogativas morales, ni siquiera a las religiosas. Simplemente alivia sus heridas y luego lo confía a una posada, encargándose primero de todas sus necesidades materiales, que no pueden posponerse”, explicó el Papa reiterando que destrás de la figura del samaritano “se encuentra la del propio Jesús, que se inclinó sobre la humanidad y sobre cada uno de los que ha querido llamar hermanos, sin hacer distinción, pero ofreciendo su salvación a cada ser humano”.
La misión de la Cruz Roja: promover entendimiento y paz entre los pueblos
“La Cruz Roja Italiana comparte los principios de humanidad, imparcialidad y neutralidad con el Movimiento Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja que, reuniendo hasta 190 movimientos nacionales, constituye una red internacional necesaria para coordinar y "globalizar" los esfuerzos de socorro, que garantizan la promoción del "entendimiento mutuo, la amistad, la cooperación y la paz duradera entre los pueblos" (ver Estatutos, 1,3)”, añadió finalmente el Santo Padre poniendo de relieve estas palabras que son siempre el significado de su misión: la construcción de una comprensión mutua entre las personas y los pueblos, y el nacimiento de una paz duradera, que solo puede basarse en un estilo de cooperación, que se fomente en todos los entornos humanos y sociales, y en sentimientos de amistad.
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