Poder orar, descansar, “hacer camino” en fraternidad… Es la experiencia que destacaría de esta peregrinación sacerdotal a Tierra Santa. Hemos puesto todas vuestras inquietudes y necesidades, las de la Diócesis y las del mundo entero en manos de Dios y de la Virgen. Los “Santos Lugares”, con el sabor a Evangelio que tienen cada uno de sus rincones, hacen experimentar que cada peregrinación es siempre especial, nueva: no en vano Tierra Santa se ha llegado a reconocer como el “Quinto Evangelio”. En este espíritu, como nos ocurre al entrar en contacto con los Misterios de la vida de Cristo, y con toda una tradición de historia de salvación de Dios con su pueblo en la Sagrada Escritura, en la oración y contemplación, el corazón sale fortalecido y renovado. Salimos con el deseo y la misión de ser “lugares santos”, en Cristo por la renovación del Espíritu Santo, y así crear espacios de unidad y fraternidad donde el mundo beba. Esto es la Iglesia, Cuerpo de Cristo, verdadera Tierra Santa donde brota la salvación. También es nuestra tarea y responsabilidad en fidelidad al Señor.
Hemos de apoyar, desde este espíritu de reconciliación y deseos de paz, todas las iniciativas que tienen como fin el apoyo de aquellos hermanos nuestros que sufren por ser fieles a sus raíces cristianas y que de alguna manera son “la familia de Jesús”, “nuestros hermanos mayores”. Nuestra generosidad orante y sincera sea agradecimiento por entregarnos el tesoro más grande que tienen y que anhelamos: A Cristo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario