El 17 y 18 de enero de 2018 se celebró en El Cairo una conferencia internacional sobre Jerusalén a la que fue invitada también la Custodia de Tierra Santa, que participó representada por fray Ibrahim Faltas. Casi un mes después de la decisión del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de trasladar la embajada estadounidense a Jerusalén, Al-Azhar, la institución más importante del mundo de estudios islámicos suníes, quiso reunir a los diferentes sujetos implicados en esta decisión de EE.UU.
Asistieron a la inauguración de la conferencia el nuncio apostólico en Egipto, Bruno Musarò, y el pastor Olav Fykse Tveit, secretario general del Consejo Mundial de las Iglesias. Estaban presentes también numerosas delegaciones islámicas y cristianas, entre ellas varios representantes de la Liga Árabe. Por parte de los cristianos, una amplia representación de la iglesia libanesa, con el cardenal Bishara El-Rai, representantes de la Iglesia de Jerusalén, católicos, luteranos y greco-ortodoxos.
El importante encuentro en El Cairo contó con la participación de delegaciones de 86 países, con más de 65 ponencias, que abrieron un intenso debate sobre el destino de Jerusalén. La conferencia abordó tres temas principales: afirmar el estatus árabe de Jerusalén, sensibilizar sobre la cuestión de Jerusalén y destacar la responsabilidad de la comunidad internacional con respecto a la ciudad santa. Ciudad Santa para cristianos, judíos y musulmanes.
El papa Francisco, invitado a la conferencia, envió un mensaje al gran imán de Al-Azhar, Ahmed Al-Tayeb, que leyó en árabe monseñor Gaid Yoannis, secretario personal del Papa: “La Santa Sede, por su parte, no cesará de apelar a la necesidad urgente de reanudar el diálogo entre israelíes y palestinos para una solución negociada, que finalice en la coexistencia pacífica de dos Estados dentro de las fronteras acordadas entre ellos y reconocidas internacionalmente, en pleno respeto a la naturaleza especial de Jerusalén, cuyo significado va más allá de cualquier consideración sobre cuestiones territoriales. Solo un estatus especial, también garantizado internacionalmente, podrá preservar la identidad, la vocación única de lugar de paz que reclaman los Santos Lugares, su valor universal, permitiendo un futuro de reconciliación y de esperanza para toda la región. Esta es la única aspiración de los que se proclaman verdaderamente creyentes y no se cansan de implorar con su oración un porvenir de fraternidad para todos. Con estos sentimientos me complace enviarle de nuevo mis saludos cordiales, pidiendo al Altísimo la bendición para su persona y las importantes responsabilidades que ostenta”.
En su mensaje, el Gran Imán de Al-Azhar, Ahmed Al-Tayeb, que organizó este importante encuentro sobre Jerusalén, anunció que el año 2018 será el año de Jerusalén y que se llevarán a cabo numerosas actividades en el ámbito educativo para que los jóvenes tomen conciencia de la importancia de la historia y de la santidad de Jerusalén.
Durante la conferencia, fray Ibrahim Faltas mantuvo numerosas entrevistas con periodistas y televisiones árabes, para difundir el mensaje franciscano, empezando por el encuentro de Damieta entre San Francisco y el sultán, y para contar cómo están celebrando los franciscanos los 800 años de su presencia en Tierra Santa. Fray Ibrahim se sorprendió enormemente al descubrir que muchos periodistas árabes no conocen la historia de la presencia franciscana en Tierra Santa.
Fray Ibrahim declaró que en los dos días de congreso, tras escuchar 65 ponencias sobre Jerusalén, una le había impresionado especialmente: la del representante de Kuwait, que manifestó: “Si para los musulmanes la Meca representa su centro, si para los cristianos lo es el Vaticano, Jerusalén es el centro para todos”.
La reflexión final de fray Ibrahim es que “nosotros, los franciscanos, estamos comprometidos desde hace siglos a conservar los santos lugares, nuestra memoria de la salvación, y hemos vivido durante estos ochocientos años guerras y dominaciones que han modificado el territorio. Hoy estamos llamados a otro desafío, salvaguardar la presencia cristiana en Jerusalén y, una vez más, partimos de Egipto, como en nuestros inicios, desde el encuentro de San Francisco con el sultán en Damieta, para difundir a través del diálogo una paz posible para todos”.
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