Os ruego que sigamos orando por los cristianos perseguidos en el mundo. Las noticias de torturas, crímenes, matanzas, expolios, etc., no cesan de alarmarnos. Matar en nombre de Dios es, además, una aberración y un sacrilegio, ha repetido el Papa, pero también es impensable que Occidente, educado en la exigencia de los Derechos Humanos, no reaccione ante este atropello. Oremos para que seamos sensibles y activos para remediarlo, y que Dios fortalezca y conforte a los mártires, y convierta a los perseguidores.
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