Todas las acciones, gestos y palabras de la Misa están cargadas de profundo sentido.
Por: P. Carlos Buelas | Fuente: Catholic.net
1) La partícula mezclada con la sangre alude al Cuerpo resucitado del Señor. En sentido alegórico: desde el siglo IX se solía ver simbolizada la resurrección con creciente unanimidad. Para los antiguos el alma subsistía en la sangre, porque de hecho cuando veían que un animal se desangraba, el animal moría, por el contrario, con la sangre vuelve el alma al cuerpo. En la liturgia: «la unión de las especies, hasta ahora separadas, simboliza que ambas pertenecen a la única persona de Cristo glorioso, que está presente de forma total y viva».
2) La que comulga el sacerdote: alude a su Cuerpo existente en la tierra, es decir, la Iglesia Militante.
3) La que queda para los enfermos: significa su Cuerpo en los sepulcros.
Siglos más tarde esta alusión fue aplicada a la Iglesia celestial o triunfante, peregrinante o militante y paciente o purgante.
El Papa Sergio I, citado y comentado por Santo Tomás dice: «"El cuerpo del Señor se manifiesta en tres formas. La parte que se echa en el cáliz, simboliza el cuerpo de Cristo ya resucitado", y con Él a la bienaventurada Virgen María, y si hay algún santo con el cuerpo ya en la gloria. "La parte que se come significa el cuerpo todavía peregrino en la tierra": los que viven en la tierra son asociados al sacramento y son triturados por el sufrimiento, como el pan comido se mastica con los dientes. "La parte reservada en el altar hasta el fin de la Misa significa el Cuerpo de Cristo yacente en el sepulcro; pues en él están los cuerpos de los santos hasta el fin del mundo", aunque sus almas estén ya en el purgatorio o en el cielo. Este rito de reservar una parte hasta acabar la Misa no se observa ahora; con todo, queda el mismo simbolismo de las partes, expresado por algunos en verso de esta manera: "La hostia se divide en partes: significa la mojada a los totalmente felices; la seca, a los vivos; la reservada, a los muertos".
También hay quien opina que la parte echada al cáliz simboliza a los que viven en el mundo; la reservada, a los que son del todo felices, en cuerpo y alma; y la que se come, a los demás».
2. Unidad del sacramento bajo las dos especies
El sentido primitivo probablemente viene de Siria en el siglo V. Así Narsai (muerto hacia el 502) dice: El celebrante une ambas «para que todos confiesen que el Cuerpo y la Sangre son una misma cosa». Así la liturgia griega de Santiago y la siria oriental.
En algunas épocas hubo hasta tres conmixtiones:
Primera: de ésta muy poco se sabe. (Algunos afirman que se trataba de una partícula de otra Misa anterior, y tendría el objeto de expresar que es una misma la Eucaristía celebrada ayer y hoy. Es parecida a la idea de los nestorianos quienes a la masa con que preparaban el pan, añadían algo de la masa del pan del día anterior.
Segunda: es de la fracción del pan de la propia oblación (En la antigua Misa papal era la partícula que enviaba a los sacerdotes vecinos como expresión de la unidad de la Iglesia y de que estaban en comunión con él. Se le llamaba «fermentum» porque la eucaristía penetra en toda la Iglesia como la levadura en la masa; cfr. Mt 13,33). Sería la que en la Misa papal echaba en el cáliz al momento del Pax Domini, también se la llamaba "sancta";
Tercera: Había una tercera conmixtión antes de la comunión. Eusebio de Cesarea (8) dice que San Ireneo relataba que el Papa enviaba la Eucaristía a los obispos, en señal de que los consideraba dentro de la Iglesia, a aquellos que celebraban la Pascua en la misma fecha que él. Porque la Eucaristía es el sacramento de la unidad y manifestaba simbólicamente la unidad entre las distintas Iglesias y con el Papa.
La fracción del pan y posterior inmixtión, desde el siglo VII, son acompañadas por el canto del Agnus Dei.
3. El misterio de la Misa
Nunca deberíamos olvidarnos de que en la mezcla del pan con el vino se expresaba la acción unitiva de la Eucaristía, por encima de las distancias, y ahora, además, nos debe recordar la unidad interna del sacramento bajo las dos especies y el simbolismo de la unión entre las diversas Iglesias particulares, locales o diocesanas y las iglesias parroquiales.
La Santa Misa tiene una densidad tal de contenido, que desborda absolutamente todo entendimiento creado, que aún, en lo que podríamos considerar un detalle, echar una partícula en el Sanguis, tiene altísimos contenidos teológicos, que van edificando la espiritualidad de quienes participan en la misma de manera activa, conciente y fructuosa.
Y no quiero terminar sin resaltar que, según Santo Tomás, la inmixtión no sólo expresa de maravillas el hecho de que el Cuerpo muerto de Cristo resucita, es decir vive, sino también expresa la misma realidad que experimentan aquellos que ya han resucitado, entre los cuales, en primerísimo lugar, se encuentra el cuerpo glorificado y asunto al cielo de la Santísima Virgen María, la Reina de la Vida.
Fracción en tres partes: Corpus Christi triforme
Todas las acciones, gestos y palabras de la Misa están cargadas de profundo sentido. Así, por ejemplo, la fracción de la hostia consagrada en tres partes: ¡El Corpus Christi triforme!
Luego de la primera fracción del pan consagrado en dos partes, el sacerdote, tomando una de las partes hace otra fracción más pequeña, de tal modo que queda sobre el altar el Cuerpo de Cristo en tres partes fraccionado.
1. Inmixtión o mezcla (o conmixtión)
La última parte más pequeña, el sacerdote, la echa en el cáliz donde está la Sangre de Cristo. Esto se llama inmixtión o mezcla o conmixtión. Al dejar caer una partícula en el cáliz, el sacerdote, dice en secreto: «El cuerpo y la sangre de Nuestro Señor Jesucristo, unidos en este cáliz, sean para nosotros alimento de vida eterna».
Así Amalario en un escrito del 813-814 dice que:
Todas las acciones, gestos y palabras de la Misa están cargadas de profundo sentido. Así, por ejemplo, la fracción de la hostia consagrada en tres partes: ¡El Corpus Christi triforme!
Luego de la primera fracción del pan consagrado en dos partes, el sacerdote, tomando una de las partes hace otra fracción más pequeña, de tal modo que queda sobre el altar el Cuerpo de Cristo en tres partes fraccionado.
1. Inmixtión o mezcla (o conmixtión)
La última parte más pequeña, el sacerdote, la echa en el cáliz donde está la Sangre de Cristo. Esto se llama inmixtión o mezcla o conmixtión. Al dejar caer una partícula en el cáliz, el sacerdote, dice en secreto: «El cuerpo y la sangre de Nuestro Señor Jesucristo, unidos en este cáliz, sean para nosotros alimento de vida eterna».
Así Amalario en un escrito del 813-814 dice que:
1) La partícula mezclada con la sangre alude al Cuerpo resucitado del Señor. En sentido alegórico: desde el siglo IX se solía ver simbolizada la resurrección con creciente unanimidad. Para los antiguos el alma subsistía en la sangre, porque de hecho cuando veían que un animal se desangraba, el animal moría, por el contrario, con la sangre vuelve el alma al cuerpo. En la liturgia: «la unión de las especies, hasta ahora separadas, simboliza que ambas pertenecen a la única persona de Cristo glorioso, que está presente de forma total y viva».
2) La que comulga el sacerdote: alude a su Cuerpo existente en la tierra, es decir, la Iglesia Militante.
3) La que queda para los enfermos: significa su Cuerpo en los sepulcros.
Siglos más tarde esta alusión fue aplicada a la Iglesia celestial o triunfante, peregrinante o militante y paciente o purgante.
El Papa Sergio I, citado y comentado por Santo Tomás dice: «"El cuerpo del Señor se manifiesta en tres formas. La parte que se echa en el cáliz, simboliza el cuerpo de Cristo ya resucitado", y con Él a la bienaventurada Virgen María, y si hay algún santo con el cuerpo ya en la gloria. "La parte que se come significa el cuerpo todavía peregrino en la tierra": los que viven en la tierra son asociados al sacramento y son triturados por el sufrimiento, como el pan comido se mastica con los dientes. "La parte reservada en el altar hasta el fin de la Misa significa el Cuerpo de Cristo yacente en el sepulcro; pues en él están los cuerpos de los santos hasta el fin del mundo", aunque sus almas estén ya en el purgatorio o en el cielo. Este rito de reservar una parte hasta acabar la Misa no se observa ahora; con todo, queda el mismo simbolismo de las partes, expresado por algunos en verso de esta manera: "La hostia se divide en partes: significa la mojada a los totalmente felices; la seca, a los vivos; la reservada, a los muertos".
También hay quien opina que la parte echada al cáliz simboliza a los que viven en el mundo; la reservada, a los que son del todo felices, en cuerpo y alma; y la que se come, a los demás».
2. Unidad del sacramento bajo las dos especies
El sentido primitivo probablemente viene de Siria en el siglo V. Así Narsai (muerto hacia el 502) dice: El celebrante une ambas «para que todos confiesen que el Cuerpo y la Sangre son una misma cosa». Así la liturgia griega de Santiago y la siria oriental.
En algunas épocas hubo hasta tres conmixtiones:
Primera: de ésta muy poco se sabe. (Algunos afirman que se trataba de una partícula de otra Misa anterior, y tendría el objeto de expresar que es una misma la Eucaristía celebrada ayer y hoy. Es parecida a la idea de los nestorianos quienes a la masa con que preparaban el pan, añadían algo de la masa del pan del día anterior.
Segunda: es de la fracción del pan de la propia oblación (En la antigua Misa papal era la partícula que enviaba a los sacerdotes vecinos como expresión de la unidad de la Iglesia y de que estaban en comunión con él. Se le llamaba «fermentum» porque la eucaristía penetra en toda la Iglesia como la levadura en la masa; cfr. Mt 13,33). Sería la que en la Misa papal echaba en el cáliz al momento del Pax Domini, también se la llamaba "sancta";
Tercera: Había una tercera conmixtión antes de la comunión. Eusebio de Cesarea (8) dice que San Ireneo relataba que el Papa enviaba la Eucaristía a los obispos, en señal de que los consideraba dentro de la Iglesia, a aquellos que celebraban la Pascua en la misma fecha que él. Porque la Eucaristía es el sacramento de la unidad y manifestaba simbólicamente la unidad entre las distintas Iglesias y con el Papa.
La fracción del pan y posterior inmixtión, desde el siglo VII, son acompañadas por el canto del Agnus Dei.
3. El misterio de la Misa
Nunca deberíamos olvidarnos de que en la mezcla del pan con el vino se expresaba la acción unitiva de la Eucaristía, por encima de las distancias, y ahora, además, nos debe recordar la unidad interna del sacramento bajo las dos especies y el simbolismo de la unión entre las diversas Iglesias particulares, locales o diocesanas y las iglesias parroquiales.
La Santa Misa tiene una densidad tal de contenido, que desborda absolutamente todo entendimiento creado, que aún, en lo que podríamos considerar un detalle, echar una partícula en el Sanguis, tiene altísimos contenidos teológicos, que van edificando la espiritualidad de quienes participan en la misma de manera activa, conciente y fructuosa.
Y no quiero terminar sin resaltar que, según Santo Tomás, la inmixtión no sólo expresa de maravillas el hecho de que el Cuerpo muerto de Cristo resucita, es decir vive, sino también expresa la misma realidad que experimentan aquellos que ya han resucitado, entre los cuales, en primerísimo lugar, se encuentra el cuerpo glorificado y asunto al cielo de la Santísima Virgen María, la Reina de la Vida.
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