Ciudad del Vaticano – Compromiso cristiano “Creados a imagen de Dios, tratados como esclavos…” es el título del documento sobre la lucha a la trata de personas presentado hoy. Fruto de una iniciativa conjunta del Consejo Pontificio de Atención Pastoral a Migrantes y Personas Itinerantes, de la Cáritas Internationalis y de la red COATNET , el documento pretende sensibilizar a las Conferencias episcopales y a las Cáritas nacionales sobre el fenómeno de la trata, sugiriendo iniciativas posibles para contrastarla.
“Según las estimaciones de la OIT , al menos 2,4 millones de personas han sido sometidas al tráfico humano en un determinado momento – se lee en el documento -. Aun así, solo hay unos pocos de miles de condenas de traficantes cada año. La mayoría de las víctimas no son identificadas y consecuentemente nunca reciben justicia por el daño que se les ha infligido… el tráfico humano sigue siendo una actividad delictiva de bajo riesgo y alta rentabilidad. La OIT estima que los beneficios anuales generados por el tráfico de seres humanos alcanzan los 32 billones de dólares americanos”.Tras proporcionar algunos elementos de reflexión sobre la realidad y sobre las causas profundas de esta “forma moderna de esclavitud”, el documento indica cuatro posibles intervenciones de la iglesia: actividades para prevenir y aumentar la concienciación sobre el tráfico de personas en comunidades cristianas de base, escuelas, parroquias, y para todos en general; proyectos que apunten a asistir y ayudar a las víctimas; apoyo legal, psicosocial y espiritual, en particular, así como formación profesional; compromiso en la acción política ; “crear redes” dentro de las organizaciones vinculadas a la iglesia y de la iglesia misma, para reforzar la colaboración y la coordinación de las iniciativas, como también con los partner ecuménicos de otras iglesias.
Se puede iniciar este camino, sugiere el documento, sensibilizando comunidades, escuelas, parroquias y centros sociales sobre la trata; organizando oraciones y eventos informativos con motivo de la Jornada internacional contra la trata de seres humanos ; desarrollando proyectos de asistencia a las victimas; colaborando con otras organizaciones locales; abogando por leyes anti tráfico de personas y por su aplicación en nuestros respectivos países; desarrollando las propias directrices de acuerdo con el contexto local.
“Según las estimaciones de la OIT , al menos 2,4 millones de personas han sido sometidas al tráfico humano en un determinado momento – se lee en el documento -. Aun así, solo hay unos pocos de miles de condenas de traficantes cada año. La mayoría de las víctimas no son identificadas y consecuentemente nunca reciben justicia por el daño que se les ha infligido… el tráfico humano sigue siendo una actividad delictiva de bajo riesgo y alta rentabilidad. La OIT estima que los beneficios anuales generados por el tráfico de seres humanos alcanzan los 32 billones de dólares americanos”.Tras proporcionar algunos elementos de reflexión sobre la realidad y sobre las causas profundas de esta “forma moderna de esclavitud”, el documento indica cuatro posibles intervenciones de la iglesia: actividades para prevenir y aumentar la concienciación sobre el tráfico de personas en comunidades cristianas de base, escuelas, parroquias, y para todos en general; proyectos que apunten a asistir y ayudar a las víctimas; apoyo legal, psicosocial y espiritual, en particular, así como formación profesional; compromiso en la acción política ; “crear redes” dentro de las organizaciones vinculadas a la iglesia y de la iglesia misma, para reforzar la colaboración y la coordinación de las iniciativas, como también con los partner ecuménicos de otras iglesias.
Se puede iniciar este camino, sugiere el documento, sensibilizando comunidades, escuelas, parroquias y centros sociales sobre la trata; organizando oraciones y eventos informativos con motivo de la Jornada internacional contra la trata de seres humanos ; desarrollando proyectos de asistencia a las victimas; colaborando con otras organizaciones locales; abogando por leyes anti tráfico de personas y por su aplicación en nuestros respectivos países; desarrollando las propias directrices de acuerdo con el contexto local.
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