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viernes, 24 de abril de 2015
EL ALBA SE ASOMA A MI ORACIÓN; POR JOSÉ ANTONIO SIGLER
EL ALBA SE ASOMA A MI ORACIÓN. «Mira, agua. ¿Qué dificultad hay en que me bautice?» (1ª Lectura de ayer). Esta lectura de ayer nos puede dar luz a la lectura de hoy. El eunuco, que no conoce a Jesús, pide a Felipe el bautismo. Nosotros, la mayoría, estamos bautizados, pero ¿tenemos consciencia de ello?, no digo conocimiento, sino que si aceptamos el "carácter" que imprime el bautismo y vivimos como bautizados. En la primera Lectura de hoy hay una pregunta de Cristo que nos tiene que sobrecoger: «Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?». Hoy está muy de actualidad esta pregunta, sobre todo con los integristas musulmanes, y, también, con otros colectivos, donde se persigue "a muerte" a los cristianos (y a cualquier persona), –drogas, aborto, inmigrantes, corrupción, etc–. Pero no pensemos que esto no va con nosotros, no en este grado "de muerte", pero si en otro sentido porque hay muchas formas de perseguir a Cristo. La pregunta de Jesús no es si lo perseguimos, sino "por qué" lo perseguimos. Si el bautizado no vive la fe está rechazando la gracia que le ha otorgado el bautismo, está renunciando "al derecho" de pertenencia a la Iglesia y a la de ser hijo de Dios. Pero esta pregunta no es mala en sí, no es para señalarte, sino para que tomes conciencia de "tus persecuciones", indirectas e inconscientes, y te corrijas. Por ello tenemos que reactualizar el bautismo y descubrir los pecados que me impiden vivirlo en autenticidad. Santa María de Caná, ruega por nosotros.
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