Su caso, junto con el de Jane Roe, movió al Tribunal Supremo de Estados Unidos a legalizar el aborto. Hasta su muerte, ocurrida ayer, se ha dedicado a combatir el aborto
Noticia digital (01-X-2014)
Su lucha por al custodia se convirtió en una sentencia del Tribunal Supremo de Estados Unidos que extendía el derecho constitucionalal aborto durante los nueve meses de embarazo, el caso Doe vs. Bolton. Sin embargo, Sandra Cano nunca quiso abortar, y dedicó el resto de su vida a revertir esa infausta sentencia. Murió este martes, a causa de un cáncer de garganta complicado con septicemia, sin haber logrado su objetivo.
En enero de 1970, Sandra visitó a un abogado para divorciarse de su marido y recuperar la custodia de sus tres hijos, que estaban en un hogar de acogida. En ese momento, estaba embarazada de nueve semanas del cuarto, y no tenía ni idea de que iba a ser utilizada para hacer posible la eliminación de 56 millones de niños. Era «muy vulnerable»: pobre, y esperando a su cuarto hijo a los 22 años. «Pero el aborto nunca se me pasó por la cabeza», declaró ante un Subcomité del Senado en 2005.
Engañada por su abogada
Su abogada, Margie Pitts, la engañó: «Era una persona confiada y no leí los papeles que me puso delante -explicó, en 2003, en una declaración jurada-. Ni siquiera sospeché que los documentos tenían que ver con el aborto hasta que, una tarde, mi madre y mi abogado me dieron que tenía la maleta hecha para ir al hospital, y que habían programado un aborto para el día siguiente».
Sandra se enfadó tanto que huyó y salió de Georgia, el estado en el que vivía. No abortó. Sin embargo, el caso, con el pseudónimo de Mary Doe, siguió adelante ante los tribunales. El 23 de enero de 1973, el Tribunal Supremo terminó dictando sentencia sobre el caso, junto al mucho más famoso de Roe vs. Wade.
Por la misma mayoría -7 a favor, 2 en contra-, los magistrados eliminaron todas las restricciones al aborto. El caso de Sandra/Mary sirvió, en concreto, para permitir los abortos hasta el momento del parto amparándose en el riesgo para la salud materna y en el derecho a la privacidad.
Fuerte compromiso provida
En ese caso, «yo no fui más que un símbolo, con mi experiencia y mis circunstancias menospreciadas y tergiversadas», escribió Sandra en 2003. Ese año, en el que se cumplían 30 años de la sentencia, pidió al Tribunal Supremo que reconsiderara la decisión de la que ella, inconscientemente, había sido protagonista.
«De alguna forma -explicó-, sentía que estaba implicada en los abortos, que de alguna forma era responsable de las vidas de los niños y de las terribles experiencias de sus madres». Ya unos años antes, en 1997, se había comprometido a que, «mientras me quede aliento, lucharé para ver el final del aborto en América».
Jane Roe, también utilizada
Su caso es parecido al de Jane Roe, cuyo nombre real es Norma McCorvey. McCorvey tuvo una vida problemática desde su infancia. Hija de una camarera y un soldado, cuyo matrimonio terminó fracasando, fue una niña maltratada, una adolescente violada, una madre soltera y, durante dos décadas, lesbiana declarada. Tocó fondo, llegando a prostituirse, emborracharse hasta perder el sentido y vender droga.
Tampoco ella abortó, a pesar de que el Tribunal Supremo terminó permitiéndoselo. En 1969 se quedó embarazada, y asustada por las condiciones en las que se practicaban los abortos ilegales, consultó a dos abogadas, que terminaron convenciéndola para que reivindicara su derecho al aborto ante los tribunales.
En 1970, comenzó la batalla legal que, un año después, llegó al Tribunal Supremo. Para entonces, Norma ya había dado a luz a una niña, a la que dio en adopción. Tras la sentencia a favor del aborto, guardó como un secreto su implicación en el caso. En 1995, se unió al movimiento provida, y comenzó a denunciar la manipulación que había sufrido, por parte del movimiento abortista, durante 25 años. En 1998, volvió a la Iglesia católica, en la que había sido bautizada de niña.
María Martínez López
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