viernes, 31 de octubre de 2014

"REGENERACIÓN"; POR MARA HERRERA.







                El ser humano, si se considera que está vivo, anda en una permanente búsqueda y siempre trata de responder las preguntas: ¿de dónde vengo? ¿a dónde voy? y ¿quién soy?, que no por muy repetidas dejan de estar en plena actualidad.


                Hay dos frases que me han llamado siempre la atención, una de José Ortega y Gasset “Yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella, no me salvo yo” y otra que he leído hoy y que da título a este articulo, del autor Pat Barker “El pasado nunca queda atrás: lo estamos reinventando constantemente conforme avanzamos hacia el futuro”.

                Hoy vivimos en una sociedad en la que la mayoría sólo tenemos un motor que nos mueve, la satisfacción inmediata y perseguir un futuro bastante incierto. Todos estamos a la búsqueda, pero nos confundimos al no mirar nuestro pasado. Y esa búsqueda del pasado siempre ha sido el verdadero motor de mi vida. Somos el eslabón de una larga cadena que nos une con lazos invisibles culturales y religiosos mucho más allá de lo que nosotros pensamos y que de forma inexplicable y muy sutil a veces explica muchas de nuestras actitudes y hábitos con los que respondemos ante la vida.

                Me considero creyente con el apellido “católica”, pero nunca me ha gustado quedarme sólo con esa definición, siempre me he preguntado el por qué de las cosas que hago, de donde vienen esas costumbres y creencias que tan arraigadas están en nuestra cultura española.

                Me llama la atención que mientras presumimos y buscamos toda aquella influencia cultural que tuvieron los musulmanes en la Península Ibérica que no fue más  allá  de 700 años, ocultamos y renegamos de esa misma influencia que tuvieron otras culturas, sobre todo la sefardí y que según fuentes, esta cultura estaba en Sefarad mucho antes de que existiera el cristianismo en España.

                Un tanto por ciento alto de españoles, tanto genética como culturalmente, tiene mucho que agradecer a este pueblo, y por ellos siempre he querido saber qué parte de mi “yo y mi circunstancia” tiene que ver con esa cultura tan poco reivindicada como la hebrea-sefardí.

                Mi interés es más cultural que religioso, aunque ambos aspectos están íntimamente ligados, porque es precisamente en las creencias donde más nos hemos de identificar con ellos. Fue un judío, llamado Jesús, el que con su programa revolucionario ha influido en “mi circunstancia” y en la de muchas personas de mi alrededor, un efecto mariposa que ha llegado generación tras generación hasta mi. Pero no quiero sólo quedarme con sus enseñanzas como único legado; su cultura, sus costumbres judías, también enraizaron en las primeras comunidades cristianas y eso ha llegado hasta nuestro presente.
                Mi intención es muy humilde, aunque llevo años en la búsqueda y si miro hacia atrás puedo decir que desde los 14 años. Mis conocimientos son básicos en la actualidad, es casi un repaso anecdótico de esas pequeñas cosas de la vida: los duelos de nuestros mayores que hemos oído, esa luz que encendemos en nuestras casas y que nos ha llegado porque nuestra abuela lo hacía, ese plato de comida habitual en nuestra dieta que nuestra bisabuela pasó la receta… Una miscelánea cultural y religiosa tratando de encajar esas fiestas que día tras día se van desgranando en nuestro calendario y que todas ellas han reunido a familias enteras en las Iglesias y en los hogares para compartir momentos entrañables, compartiendo oraciones, mesa y mantel, pues como buenos herederos de muchas culturas mediterráneas que han pasado por nuestra tierra, ambas cosas, cultura y religión, siempre han estado unidas.

                Visto así la labor es muy amplia, el tiempo breve, pero las ganas muchas, porque me obliga a hacer una búsqueda detallada para mostrar esos lazos que unen pasado y presente y que marcaran nuestro futuro. Espero que no sea al final un proyecto o muy ambicioso o de mucho ruido y pocas nueces, pero es cierto que si no nos lanzamos, tropezamos, caemos, y nos volvemos a levantar, retomando el camino o buscando caminos nuevos, nunca maduraremos como personas y estaremos anquilosados en la “Fe del carbonero”.

Mara Herrera

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