Todos somos necesarios o por lo menos así lo queremos creer.
Es verdad, nadie es imprescindible aunque en verdad lo seas para tu mujer, tu marido, tus hijos y esos hermanos del alma que aunque cuando te vas van caminando con un hueco hecho en su corazón sin que nada ni nadie lo pueda nunca llegar a cubrir. Es una cicatriz que siempre tendrá algún punto fresco porque la herida por más que pasen los años no llega a curar.
Pienso que todos necesitamos para seguir transitando por este camino llamado vida el ser necesarios aunque sea para lo más ínfimo porque, al fin y al cabo, todos tenemos nuestro pequeño corazoncito y creemos que podemos aportar nuestro pequeño granito de arena aunque este sea minúsculo y casi imperceptible.
La mayoría de las veces somos verdaderamente crueles con nuestros semejantes porque no le damos el sitio que tienen, no le agradecemos lo que hacen, no lo animamos en su trayectoria, no lo acompañamos en su peregrinar pues parece que la insana competencia se ha apoderado de todo y de todos y creemos que desmereciendo al prójimo nosotros nos alzamos victoriosos de no sé que batalla o competición.
¿Cuantas veces hemos dicho hoy ¡Gracias!, ¡Ánimo! o ¡Eres el mejor! a esa persona que tenemos justamente a nuestro lado y que nos está haciendo tanto bien, que no pide reconocimiento alguno pero que está en nosotros el dárselo?
¡Qué egoístas somos para ofrecer y entregar nuestros propios sentimientos!
Parece que una sonrisa, que un abrazo, que un beso, que una mirada, que un gesto de apoyo nos va a dejar sin liquidez en el banco. ¡Somos cicateros hasta para eso!
Ahora que se habla mucho de bancos, de la macroeconomía, de las altas finanzas, de la antedicha liquidez, ahora que estamos infestados de economía por todos los lados y que sabemos más de la prima de riesgo que de nuestra propia madre, es un buen momento para crear un banco diferente, un banco único, exclusivo, personal e intransferible: ¡El Banco del Amor!
Es un banco que no tiene interés, que no te aporta riqueza material, que no te dará las máximas comodidades ni podrás comprar ese último artilugio tecnológico que tanto nubla las mentes haciéndonos menos humanos y más insociables.
En el Banco del Amor se da y se recibe con las manos llenas y no hace que te aprueben ningún préstamo porque nadie presta Amor: O se da o no se da. ¡Así de sencillo!
Es un Banco donde no hay formularios que cumplimentar, avales que aportar, poderes que otorgar porque todos somos donante o recipiendarios de la mayor de las fortunas: ¡El Amor!
Se hacen aportaciones de gestos de bondad, de cariño, de entrega y servicio a los demás, de muchas gracias, de gestos y palabras de ánimo, apoyo. Un fuerte abrazo, un beso, una sonrisa o un llanto compartido tiene más valor que lo que digan las mayores y prestigiosas financieras internacionales. Aquí no hay ni AA, ni BB, ni CC sino solo y llanamente Amor.
Dios hizo que abriera una sucursal en mi vida y os puedo decir que a diario el Banco de mi vida es depositario a diario de mucho Amor y aunque yo intento corresponder en la medida que me dan sois vosotros los que tenéis que juzgar si es así o al contrario.
Lo que tengamos guardado e invertido en ese Banco es la mejor credencial para ponernos a diario delante del Señor, desnudo de todo lo demás que no tiene interés para Sus Ojos, y hablarle desde la intimidad del corazón.
Y cuando estoy en Tu Presencia Señor me veo tan insignificante...
El "tendría" y el "podría" no cabe en esta conversación porque hablamos con una intencionalidad que significa que nunca haré. Ante Jesús hay que comprometerse, abrir nuestra alma para que escuchemos su voz en nuestro interior.
Y ante Tí veo mi pequeñez, mi insignificancia, mi ser limitado, que tengo un corazón calcinado de juicios y prejuicios que no llevan a ningún lado y que hacen infelices a muchos y sobre todo a mí. Te escucho Jesús cuando me dices en tu Augusta Majestad, en tu inmenso poder, que me señalas con tu llagada mano y me dices: ¡Hijo mío, aunque no te lo creas, eres necesario para llevar mi Palabra, mi Mensaje, el Reino de los Cielos a los que tienes encomendados!
Sí, Me dices que Tú pudiéndolo Todo necesitas de mí, como un valioso instrumento, para realizar la misión que tengo fijada desde que nací hasta que , cuando y como dispongas, marche de este mundo para ponerme delante Tuya y allí abrir la caja fuerte del Banco del Amor de mi vida para ver si de verdad he sido capaz de hacer según Tus Deseos.
Señor, necesito que me necesites para llevar a cabo la gran obra que tienes predestinada para mi vida. Necesito comulgar Tu Sacratísimo Cuerpo que es aunténtico Pan de Vida, necesito adorarte en el Sagrario, necesito orar en el silencio de mi alma, necesito meditar Tu Evangelio que es Palabra de Vida Eterna. Te necesito a Ti y desde mi absoluta pequeñez, desde mi minúscula realidad, necesito que me necesites para hacer Tu Voluntad.
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
Jesús Rodríguez Arias
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