¿No me digas que no hay nada que te haga sonreír porque no me lo creo? Por muchas dificultades que puedas estar pasando o porque la enfermedad te asola no puedes permitirte el lujo de no sonreír porque si no lo haces, si siempre estás con un rictus serio estás ahuyentado poco a poco a la alegría que es la sobremesa de la felicidad.
Hoy viendo un programa de televisión el protagonista dijo ante una compra que había realizado que se sentía tan bien que era capaz hasta de sonreír. ¡Qué vida más triste si para que una sonrisa ilumine tu rostro tienes que esforzarte!
La sonrisa denota humanidad, cercanía, felicidad. El que sonríe es una persona accesible que abre los brazos a todos los que están a su lado, que entiende y que intenta ayudar a quien se lo pide, es un buen conversador pero sobre todo es la mejor persona que te puede escuchar porque todos necesitamos desahogarnos y son ese tipo de personas que denotan un gran humanismo los mejores, y más fiables, receptores para nuestras alegrías y nuestras penas, nuestros proyectos e ilusiones.
El mundo gira tan deprisa que no tenemos tiempo para nada. ¿Desde cuando no quedas con tu familia para hablar? ¿Y con ese amigo que necesita una palabra amiga? ¿Por qué estás tan ocupado que no tienes tiempo ni para tus padres, mujer, marido o hijos? ¿Es tan importante lo que estás haciendo que no te permite disfrutar de la vida?
Muchos me diréis, con razón, que para disfrutar de la vida hace falta dinero. ¿Cuesta algo conversar, reír o llorar con las personas que quieres? ¿Cuánto cuesta darte un paseo por medio del campo en la soledad de tu intimidad? ¿Qué te cuesta ser amable con los demás?
Os diré, por experiencia propia, que ser receptor de íntimos pensamientos o acontecimientos de los demás contados por los interesados es el mayor tesoro que puedes poseer porque lo eres de la CONFIANZA de esas personas que están cerca de ti y saben que nunca, pase lo que pase, lo vas a traicionar.
En muchas ocasiones esa confianza queda rota y no porque hayas revelado o no algún secreto sino por gestos y actitudes que pueden ser malentendidos. Si eso sucede es bueno aclararlos desde un principio porque a la larga se convierte en una rémora para tu corazón. Esto se suele aconsejar cuando uno ha iniciado el camino de la madurez, cuando las canas se van abriendo paso, cuando todo se ve desde otro prisma, con distintos matices. Un cuadro puede ser uno o muchos según del lado que lo veas y estudies. Así también pasa en el complejo y a la vez sencillo mundo de las relaciones humanas.
Suele suceder que años de incomprensiones, de soledades queden reparados por un fuerte abrazo, un esclarecedor silencio y una sonrisa que habla sin decir palabra.
No olvides que una sonrisa abre puertas y te hace llegar al corazón de los que están a nuestro alrededor. La sonrisa falsa se distingue a leguas porque el que sonríe de verdad expresa la felicidad, a pesar de todos los pesares, que siente y eso se transmite en los gestos, en la mirada, en la cara. La falsedad y la mentira tiene las piernas muy cortas y la integridad, la veracidad, la honorabilidad queda para siempre, para toda la eternidad. Los valores que poseen las personas son vitalicios y por muchas cosas que pasen siempre tendrán ese poso, esa herencia, esa categoría moral y humana que los distingue de los demás.
Espero que no lleguemos a ser máquinas que sonriamos a voluntad sino que la sonrisa sea la explosión de la alegría, de la felicidad que sentimos y que expresamos a todos, incluso a nosotros mismos, con solo mirarnos a la cara.
Alegres y sonrientes nos quiere Dios. ¿Le vamos hacer el feo de llevarle la contraria a nuestro Padre Celestial?
¡Sonríe! ¿Qué te cuesta?
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios te bendiga.
Jesús Rodríguez Arias
La sonrisa cuando el alma está en gracia de Dios, y espero estarlo, puede tranquilizar a las personas más violentas, aunque no siempre, como vemos en casos como en los santos mártires, que aún con su sonrisa, terminaron padeciendo la muerte, pero con la muerte alcanzaron la Vida eterna.
ResponderEliminarLa sonrisa forzada no induce a la paz, pero la sonrisa que brota como una fuente de agua cristalina por la Gracia de Dios, no es forzada, y puede hacer dos cosas, la paz, o que el otro se marche por su camino. La paz de una sonrisa que brota del corazón que ama a Dios, está por encima de todas las risas del mundo.
Cuando estamos enfermos por falta de salud, la sonrisa no disminuye, como no debe disminuir la Gracia de Dios, gracias a nuestro amor al Altísimo, y la oración, cuando más sincera sea, más sincera serán nuestras sonrisas.
Con el vecino que se siente demasiado incómodo y tristón, y nunca nos saluda aunque le veamos y saludamos cuando le vemos. Cuando nos cierran la puerta de la calle, y nosotros la dejamos abierta para que entre, y lo repetimos por amor a Dios.
La Gracia de Dios, la amistad sincera que tengamos con Cristo, será también la sonrisa que tengamos con nuestro prójimo. No siempre podemos hablar con nuestro prójimo, pero le sonriamos también como tal saludo, y amor en Cristo Jesús, aunque no nos corresponda.
Pero también leo en el Evangelio, dice el Señor Jesús nuestro Dios: «Y no saludéis a nadie en el camino.» (Lc 10, 4), y yo pienso así, cuando estamos en oración, no podemos interrumpir nuestros pensamientos de Dios, para saludar a quien sea. Cuando tengamos un asunto pendiente para con el Señor nuestro Dios, no podemos distraernos con saludos. Es lo que pienso. Pero si veo alguien que me para por la calle, y no le había visto, no le pongo mala cara, y le saludo. Hay que ver también según la situación del momento. Pero sigo pensando en lo que Jesucristo dicen (Lc 10, 4) que lo veo en mi caso más necesario, cada cual tendrá sus motivos. El mío es este. Pero también me he referido según los momentos, por ejemplo, anunciar a Cristo con una sonrisa, al vecino. Cierto vecino cuando yo le hablaba de Cristo, del Evangelio, lo tomaba a risa, él se consideraba ateo, y no sé como terminó su vida, cuando le veía en la calle le animaba a que se preparase, pero él no lo había comprendido si no me equivoco, pues me refería que se preparase para el Señor. No pasó mucho tiempo cuando falleció el pobre. Y espero que sí, que haya tenido una preparación espiritual para encontrarse con el Señor y se salvase.
Ante un sacerdote, si le vemos por la calle y le conocemos, le saludamos con una inclinación de cabeza, y seguimos rezando, también por los sacerdotes.
Y en esta grata reflexión querido hermano Jesús, veo que lo que te refiere es lo mismo, de la sonrisa que brota de un corazón limpio y sincero, de un alma que no quiere hacer "el feo" Dios, Se trata de una sonrisa no según el mundo, sino conforme a la vida de santidad .
También te refieres sobre la "sonrisa falsa", desgraciadamente existe, fuerzan sonreír. La sonrisa de los enemigos de Dios, que es la "sonrisa de los demonios", porque se imaginan acabar con la Iglesia Católica, que ni los poderes de infierno prevalecerán contra ella, (Mt, 16, 18), la sonrisa de las almas en pecados mortales, la verdad que no sirven, porque no brotan sino que contaminan, salen de corazones sin la vida del amor de Dios, y no saben que ya han perdido la batalla. "Sonrisas" de corazones amargados, que terminarán en llanto eterno porque no quieren corregirse.