lunes, 3 de febrero de 2014

POR QUÉ ME PASÉ AL ARTE RELIGIOSO.

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Samuel Gutiérrez
«No hay color entre trabajar un bodegón o paisaje de la Provenza y restaurar las gotas de sangre de un Cristo yaciente». Así de claro lo tiene Beatriz Colmenares (Casablanca, 1968), pintora y escultora afincada en Cardedeu que desde hace algunos años ha apostado decididamente por el arte religioso. Tras casi dos décadas dedicadas a la pintura decorativa más comercial, Colmenares se ha sumergido en un mundo en el que logra por fin conjugar sin tensiones su arte y su fe.
 
«Más que ruptura —explica—, en mi trayectoria ha habido una evolución hacia la autenticidad. La juventud te lleva por unos caminos que no son siempre los mejores. Hasta que llega un momento en el que te planteas seriamente qué es lo que realmente te llena, qué llevas dentro, que quieres hacer para estar contento contigo mismo...». Esta fuerte interpelación, acompañada de algunos encargos de su párroco de Cardedeu, acabaron por provocar el cambio de rumbo: «No me sentía caminando en verdad, yendo por la vida como si fuera la reina del mambo y ganando mucho dinero... ¡Aquello no me llenaba! ¡Eran tambores vacíos!»

Su irrupción en el campo del arte cristiano se inició con la restauración, hace ya algunos años, de la capilla del Santísimo de la parroquia de Santa María de Cardedeu, obra de los ilustres Vila Arrufat y Masseguer. El resultado fue tan satisfactorio que el joven párroco Francesc Jordana decidió encargarle un trabajo aún más comprometido: pintar una capilla dedicada al sacramento de la Reconciliación.
 
«Para una católica practicante trabajar en espacios sagrados es un auténtico privilegio —confiesa Beatriz—. Hay un valor añadido. El arte religioso no sólo llena y plenifica más, sino que al mismo tiempo te reconcilia con tu vocación: el arte siempre ha estado, a lo largo de la historia, orientado hacia la búsqueda de la trascendencia».

En la capilla de la Reconciliación, Colmenares ha plasmado con calidez, sin estridencias, algunas escenas bíblicas que tienen que ver con el tema del perdón. Es un arte figurativo, con lenguaje sencillo, que quiere llegar al pueblo. Desde la Sagrada Escritura ha trasladado con maestría a la pared relatos que ya son muy conocidos y que sin dar muchos detalles, pretenden ayudar al espectador a entrar en el misterio.
 
«He intentado crear un espacio cálido y acogedor, que abrace —señala la artista—, un espacio que ayude a preparar el sacramento». Para Beatriz Colmenares, una de sus reglas de oro es que «cada espacio y su contexto te pide una solución distinta».

Las intervenciones en Cardedeu fueron los primeros pasos de un camino que ya se va consolidando. De ahí llegaron otros encargos en Vilalba Sasserra, Cànoves, La Costa del Montseny,...
 
El boca a boca entre los sacerdotes de la zona ha hecho que Beatriz Colmenares, activa colaboradora de la parroquia, haya entrado en un circuito en el que se encuentra muy a gusto: «No sólo pintas para crear algo bello, sino que al mismo tiempo estás sirviendo a la comunidad en su vocación de dar culto a Dios. ¡Esto es muy gratificante!».

La polivalencia de la artista, capaz de pintar, esculpir y restaurar con maestría, hace de ella una profesional muy competente en diversos campos. Desde hace años compagina la restauración con la creación de obra escultórica y pictórica, así como la realización de pintura mural y decorativa. En su equipo colaboran profesionales de las diversas especialidades.
 
En el ámbito de la restauración, donde ha dado sus primeros pasos en el arte religioso, son un buen ejemplo de su alta capacitación la recuperación de los retablos de Santa María, en Cardedeu; de San Roque, en La Costa, y de la imagen de san Julián, en Sant Antoni de Vilamajor.
 
«Estas intervenciones —detalla Colmenares— se caracterizan por el respeto y máximo cuidado con que se tratan las piezas y su entorno. El objetivo es el óptimo mantenimiento del patrimonio eclesial para el culto de la comunidad cristiana».

Formada en la Facultad de Bellas Artes de Barcelona, Beatriz amplió estudios de restauración en Florencia, en el Instituto para el Arte y la Restauración. Está capacitada para restaurar pintura sobre tabla, al muro y policromada, además de dominar las técnicas de conservación preventiva; limpieza y desinfección biótica; relleno de lagunas; consolidación y adecuación de soportes, y fijación y sentado de pintura, pátinas, estucos y dorados.

En cuanto a obra religiosa nueva, además de la capilla de la Reconciliación de Cardedeu, destaca la imagen de San Mucio, en Vilalba Sasserra i la hornacina de la iglesia de Cànoves i Samalús.
 
Beatriz Colmenares también se atreve con la decoración de interiores, como lo demuestra el Espacio Valores de Cardedeu, un lugar de acogida diáfano y moderno, que expresa con pocos elementos, pero muy bien conjuntados, la esencia de la fe cristiana: «Dios es amor».

Desde hace algunos meses, Beatriz Colmenares se ha embarcado con entusiasmo en una nueva aventura artística. La Fundación del Santuario de la Virgen de la Salud de Sabadell le ha encargado la reproducción de 10 copias, a escala inferior, de la imagen de la patrona de la diócesis. Es una proyecto ambicioso impulsado por el propio obispo Josep Àngel Saiz, quien ha manifestado el deseo de que la imagen de la Virgen de la Salud esté presente en las parroquias del obispado egarense.

La imagen original de la patrona la realizó el escultor Martí Cabrer en 1944. El proyecto ha consistido en realizar todo el proceso: modelado en barro, pasarlo a yeso, creación de moldes... y finalmente policromía.
 
La primera copia ya ha sido colocada en la capilla del Colegio Virgen de la Salud de Sabadell y ha tenido una muy buena acogida. Desde el obispado están muy satisfechos.

«Para mí este encargo ha significado un gran reto —asegura la artista—. El hecho de modelar guardando las proporciones idénticas al original, buscar la misma expresión dulce de la Virgen y el Niño, la policromía de las encarnaciones, los dorados con pan de oro y pan de plata de los ropajes... ha supuesto muchísimas horas de trabajo y dedicación, con un resultado del que estoy muy orgullosa».

Con la elaboración de las copias de la imagen de la Virgen de la Salud, Beatriz Colmenares afronta con ilusión una nueva etapa en el campo del arte cristiano. La opción personal tomada hace algunos años continúa dando fruto y la confirma en un camino en el que no se siente la protagonista: «Yo sólo pongo mis dones artísticos al servicio de Dios».
 
La escultora de Cardedeu cree que los espacios de culto cristiano tienen todavía mucho margen de mejora, a todos los niveles, y que, tras años de cierto abandono, se deja entrever un aumento de la sensibilidad artística entre sacerdotes y laicos. Ésa ha sido, al menos, su experiencia, que espera poder ir consolidando en los próximos años. Arte y fe unidos en un mismo movimiento de ida y vuelta, de sístole y diástole. Dos vocaciones que se entretejen y retroalimentan en una sola vida.

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