sábado, 1 de febrero de 2014

5 MANERAS DE MANTENER LA PAZ EN CASA -INCLUSO CON NIÑOS-.

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Kathleen M. Berchelmann
 
Es difícil decir que mi casa es un lugar “pacífico”: tenemos cinco hijos, de 9, 7, 4 y 2 años, y un bebé de 2 meses. Pero hicimos algunos cambios intencionados hace alrededor de dos años, que trajeron momentos de paz a nuestra vida diaria: los niños hacen tareas, cocinan y juegan juntos sin todos esos gritos, celos y rivalidades de hermanos que acostumbraban a atormentar nuestro tiempo juntos.
 
Cambiar nuestra forma de ser no fue difícil; nuestra opción inesperada por el “homeschooling” nos forzó a mi marido y a mí a sincronizar nuestras “técnicas de paternidad” y a tener objetivos muy claros sobre nuestras elecciones parentales. Con o sin “homeschooling”, el hecho es que cada familia necesita momentos de paz compartidos por todos. La paz no es un deseo: es una necesidad. Si tu familia quiere convivir bien, con cada uno amando a los demás, es necesario enseñarles a vivir en paz.
 
Comparto por ello los cinco puntos que están ayudando a nuestra familia a tener más paz en casa:
 
1. La actitud es una elección
 
Yo lo digo todo el tiempo, como un disco rallado: “La actitud es una elección". Nosotros enseñamos a nuestros hijos la diferencia entre sentimientos y actitud. Tu puedes no ser capaz de controlar tus emociones y sentimientos, pero puedes controlar tu actitud. Nuestro pequeño de 4 años a veces no acepta que su hermana gane una merienda mayor que él, pero tiene que controlar la actitud y pedir gentilmente que la comparta, en vez de quitársela de las manos.
 
Cuando yo era médico recién licenciada, aprendí a controlar mi actitud de la manera más difícil. Un bebé que yo había estado cuidando durante meses en el hospital falleció inesperadamente. Pasé dos horas con un equipo de profesionales intentando salvar su vida. Pero... el bebé murió, a pesar de todos nuestros esfuerzos:. Yo me senté al lado de la familia y lloré. Cuando ese momento pasó, había una larga fila de pacientes esperándome.
 
Cansada y estresada, luché contra las lágrimas y atendí al próximo paciente. Le traté de forma impersonal e hice algún comentario que la familia encontró desagradable. Ellos se quejaron con mu jefe sobre mi actitud, y esto me puso en apuros. Aprendí así la dura verdad: no importa si mi último paciente ha muerto; tengo que entrar en la habitación de cada próximo paciente con una sonrisa en el rostro  y con una actitud positiva. La actitud es una elección mía, aunque mis sentimientos no lo sean.
 
Si yo no enseño a mis hijos a controlar su actitud, alguien les enseñará – y probablemente no de la mejor manera. Algunas veces, como forma de disciplina, mis hijos tienen que escribir una redacción para explicar cómo escoger la mejor actitud. Puede parecer exagerado, pero aprender a controlar la actitud es fundamental para el éxito en cualquier trayectoria vital.
 
Los niños con una actitud negativa tienen problemas para hacer y mantener amigos en la escuela. Los adultos con una actitud negativa son los primeros en ser despedidos, no importa lo inteligentes que sean o la buena apariencia que tengan.
 
Ah, sí, y yo tengo que controlar mi actitud en casa, también. Cuando no estoy alegre, mis hijos lo ven en mi cara: "Mamá, ¡la actitud es una elección!". A ellos les encanta decirme eso cuando me enfado, lo que me lleva al punto nº 2:
 
2. Las palabras pueden herir más que una bofetada
 
Yo no pego a mis hijos, pero me costó mucho darme cuenta de que podría machacarlos con mis palabras. Yo les decía cosas a ellos que jamás publicaría en mi blog. Hacía esto porque funcionaba: realmente cambiaban de comportamiento a base de gritos. Pero el cambio de comportamiento nacido de heridas físicas o emocionales no es eficaz ni duradero. Como padres, tenemos que usar palabras ponderadas incluso cuando estamos irritados. Grita menos. Si es posible, no grites nunca.
En vez de enfadarse, dale un nombre a cada tipo de comportamiento. Nosotros pasamos a indicar el nombre de cada sentimiento o actitud que percibíamos en ellos: "esto es envidia", "esto es gula", "esto es paciencia", "gentileza", "diligencia", "caridad". Fue raro al principio, pero a mi me encanta hoy, cuando mi hija de dos años avisa a su hermano provocador: "¡Esto no es caridad!".
 
Conseguimos buenos resultados enfatizando las consecuencias y dejando de lado los gritos. Si alguien pelea, yo solo digo: "Esto no es amabilidad". Y aplico al niño un tiempo de “suspensión” de la vida familiar: los pequeños pasan unos minutos en el cuarto de baño sin poder jugar; los más mayores tienen que hacer una redacción en la que reflexionan sobre su comportamiento. Otras veces, damos tareas extras, hacemos que un hermano preste un servicio al otro en reparación por haberle ofendido o subrayamos las consecuencias naturales de un acto: si alguno de ellos garabateó en la ropa, tendrá que seguir usando esos vestidos.
 
Las palabras groseras no son aceptables tampoco entre los hermanos. No existe este tipo de “libertad de expresión” dentro de nuestra casa. Yo no creo en esa historia de que "palos y piedras pueden romper mis huesos, pero las palabras nunca me hacen daño". Hacen daño, sí, Nosotros mostramos las consecuencias de ser groseros o irónicos y pedimos que nuestros hijos piensen en por qué actúan así. Y les explicamos, también, que, en el mundo fuera de casa, existe esta “libertad de expresión” que permite decir cosas desagradables, pero que aún así ellos no necesitan “defenderse” necesariamente de esta forma. Esto nos lleva al punto nº 3:
 
3. Cortar todo tipo de violencia física
 
La rivalidad entre hermanos que llega a las manos es algo frecuente: hermanos que se empujan litera abajo, que se atropellan con la bicicleta, torciéndose el brazo uno a otro… Y es frecuente que la familia se ría de esos “incidentes”, pero una pierna rota simplemente no tiene ninguna gracia, en particular para la víctima. Un “cachete” o un “empujón” por enfado entre hermanos es violencia. Si ese comportamiento es ilegal fuera de casa, tampoco es aceptable dentro de casa.
 
El bullying entre hermanos es un hecho real y provoca sufrimiento mental y físico real. Un estudio pediátrico de 2013 apuntó que los niños que sufren comportamientos agresivos de hermanos presentan índices mayores de enfermedades mentales.
 
Adopte una política de no tolerancia a cualquier tipo de violencia física: cachetes, patadas, escupitajos, mordiscos, empujones, lápices , cuspes, mordidas, lápices frotados contra la piel y cualquier otra forma de agresión que pudieran imaginar. Nosotros hablamos sobre el comportamiento inaceptable y sobre sus consecuencias todas las mañanas en nuestra reunión de familia, lo que le lleva al punto nº 4:
 
4. Tenga una reunión de familia todas las mañanas
 
Gran parte de las aulas, desde preescolar hasta la enseñanza media, tienen una “reunión” o una breve sesión de avisos al comienzo del día. ¿Por qué? Porque aclarar lo que se espera en el día evita discusiones y malos comportamientos. Cuando nuestros hijos estaban en la escuela, teníamos nuestra “reunión” en el coche camino del colegio. Ahora, como “homeschoolers”, tenemos las reuniones en la sala de estar. Tratamos sobre la programación del día, definimos las expectativas de comportamiento y las consecuencias del mal comportamiento.
 
Yo digo a mi hijo de 4 años, por ejemplo: "Tu hermano tiene clase de piano a las 3h30. Si quieres esperar conmigo leyendo este libro sin quejarte, vamos a construir juntos el dinosaurio de Lego cuando volvamos a casa". También conversamos sobre lo que haremos para comer e intercambiamos ideas sobre paseos en familia. Cuando los niños aprenden a pensar en el futuro, aun en un futuro inmediato, se motivan a hacer bien las tareas del día, y esto nos lleva al punto nº 5:
 
5. Planea muchas cosas divertidas
 
Actividades divertidas son mi “premio” como madre, la motivación para incentivar a mis hijos (y a mi misma) para trabajar duro. Planea cosas apetecibles para la familia todos los días, aunque sea sólo una buena comida o 20 minutos para montar juguetes de Lego antes de dormir. Yo planeo intencionalmente estas cosas, incluso la comida. Entre futbol, danza, música y actividades de los scouts, es difícil hacer algo juntos como familia si no se planea. Una vez por semana, agendamos un paseo en familia juntos. Esa vieja frase es verdadera: familia que se divierte unida permanece unida.
 
Al establecer ese “cuadro de paz doméstica”, aunque no todo funcione al 100% siempre, proporcionamos a nuestros hijos la disposición y los medios para que ellos manejen sus futuras relaciones con amigos, familia, colegas de trabajo, vecinos, colaboradores, jefes y figuras de autoridad.
 
Y tu casa será un mundo más pacífico y mucho más feliz.
 

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