El Foro Universitario El Escorial, en tanto que representa el sentir de numerosos profesores universitarios católicos repartidos por todo el territorio nacional, quiere mostrar su preocupación e indignación ante los recientes acontecimientos que afectan a las capillas católicas de la Universidad Complutense de Madrid.
Entendemos que la presión, sutil en ocasiones, brutal en otras, a la que están sometidos los capellanes, estudiantes, profesores y personal de administración y servicios vinculados a las capillas de esa magna institución académica resulta intolerable desde todo punto de vista. Estamos asistiendo a escenas propias de regímenes totalitarios, protagonizadas por energúmenos laicistas a los que sólo les falta el uniforme del partido, en las que se coacciona e intenta impedir el paso a quienes desean entrar en las capillas de la Universidad Complutense. Unas capillas que algunos extremistas indignos de pertenecer a un claustro universitario quieren hacer desaparecer sin más, ya que es la sola presencia de la religión cristiana en la vida universitaria la que les parece intolerable.
En consecuencia, queremos no solo hacer constar nuestra más enérgica protesta sino también proclamar que la práctica pública de la fe religiosa no debería hallar ningún obstáculo en ninguna auténtica Universidad que se precie de serlo, esto es, que sea un lugar de búsqueda del saber en un ambiente de plena libertad de pensamiento y palabra. Que la libertad de culto de los creyentes, en este caso de los católicos, se vea menoscabada de cualquier manera, por mínima que sea, supone sin duda un ataque en toda regla contra la esencia misma de la Universidad. Más aún si se tiene en cuenta que la institución universitaria nació en el seno de la Iglesia, como es aún más notorio en el caso de la Complutense, y siempre ha tenido con el Cristianismo una relación estrecha y fecunda.
Por consiguiente, como universitarios exigimos del señor Rector de la Universidad Complutense que ampare de forma inequívoca y decidida a los miembros del claustro académico y personal de administración y servicios que quieran ejercer su libertad de conciencia y de fe dentro de los recintos de la Ciudad Universitaria y, más concretamente, en sus capillas. La intolerancia sectaria y el aplastamiento de derechos fundamentales no pueden ser amparados de ningún modo por un Rector que, por definición, se debe a todos y no sólo a los ideológicamente afines.
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