DE POCO UN TODO
ENRIQUE / GARCÍA / MÁIQUEZ / | ACTUALIZADO 27.01.2013 - 01:00
Madre y Carnaval
José Luis García Cossío, Selu, cantó con su chirigota "Las verdades del banquero" en el Falla al día siguiente de enterrar a su madre, como ustedes ya saben. Al conocer la noticia he recordado como si fuera ayer la muerte de la mía. Al día siguiente me tocaba publicar artículo en el Diario. Llamé a José Aguilar, jefe de opinión del Grupo Joly, para decirle que no me encontraba en disposición. Con el hondo respeto a la libertad que es marca de esta casa, me dijo que hiciese lo que estimara oportuno, pero que los columnistas de raza escriben en todas las condiciones. Pensé en mi raza, y en que mi madre habría recogido ese reto rápidamente. Escribiría. De aquello le agradezco mucho a Aguilar muchas cosas: la impagable lección literaria, el que me ayudase a pasar por el trago de aquella tarde, poniéndome a hacer lo que mi madre hubiera querido, y aquel artículo que escribí en su honor (de mi madre, no de Aguilar), del que estoy especialmente satisfecho.
Lo mío, sin embargo, fue mucho más fácil que lo del Selu. El artículo pudo estar dedicado a mi madre, y con el tono que la ocasión requería. La chirigota se debía al humor, al tipo -que había que mantener- y a unas letras jocosas y satíricas. Yo pude compartir mi duelo y mi sentimiento con los lectores. García Cossío tuvo que guardarse los suyos en un bolsillo del alma y repartir entre el público la alegría y el pellizco que él no sentía.
Y así ha escrito una de las páginas más gloriosas del Carnaval. Le ha dado una grandeza shakesperiana. Un personaje inolvidable de Romeo y Julieta es Mercutio, que, aún herido de muerte por una espada de los Capuleto, sigue haciendo reír con sus chistes y juegos de humor negro a los divertidos Montesco. En esa escena Shakespeare eleva de categoría el humor hasta una altura en que será capaz de mirar a los ojos a la muerte, y aún desde más arriba: por encima del hombro.
El Carnaval de Cádiz es un ámbito de libertad frente a los poderosos del mundo, y bien que lo demuestra este año "Las verdades del banquero". Con su gesto audaz, de artista de raza, García Cossío le ha cantado también las verdades al barquero Caronte: tan fuerte como la muerte casi todopoderosa es el arte, y el amor lo es aún más. Su madre habrá aplaudido, satisfecha, desde el Paraíso, exclamando: "Esto es Carnaval"; y lo habrá hecho junto a la mía, admiradora fiel de siempre, por cierto, de la chirigota del Selu.
Lo mío, sin embargo, fue mucho más fácil que lo del Selu. El artículo pudo estar dedicado a mi madre, y con el tono que la ocasión requería. La chirigota se debía al humor, al tipo -que había que mantener- y a unas letras jocosas y satíricas. Yo pude compartir mi duelo y mi sentimiento con los lectores. García Cossío tuvo que guardarse los suyos en un bolsillo del alma y repartir entre el público la alegría y el pellizco que él no sentía.
Y así ha escrito una de las páginas más gloriosas del Carnaval. Le ha dado una grandeza shakesperiana. Un personaje inolvidable de Romeo y Julieta es Mercutio, que, aún herido de muerte por una espada de los Capuleto, sigue haciendo reír con sus chistes y juegos de humor negro a los divertidos Montesco. En esa escena Shakespeare eleva de categoría el humor hasta una altura en que será capaz de mirar a los ojos a la muerte, y aún desde más arriba: por encima del hombro.
El Carnaval de Cádiz es un ámbito de libertad frente a los poderosos del mundo, y bien que lo demuestra este año "Las verdades del banquero". Con su gesto audaz, de artista de raza, García Cossío le ha cantado también las verdades al barquero Caronte: tan fuerte como la muerte casi todopoderosa es el arte, y el amor lo es aún más. Su madre habrá aplaudido, satisfecha, desde el Paraíso, exclamando: "Esto es Carnaval"; y lo habrá hecho junto a la mía, admiradora fiel de siempre, por cierto, de la chirigota del Selu.
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