Si queremos ser eficaces, después de llevar a cabo una acción apostólica debemos evaluarla personal y comunitariamente ante el Señor. En el Evangelio de Lucas 10,17 y ss. se aprecia muy bien cómo lo hizo Jesús:
Volvieron los setenta y dos muy contentos y dijeron: —Señor, en tu nombre hasta los demonios se nos sometían. Les contestó: —Estaba viendo a Satanás caer como un rayo del cielo. Mirad, os he dado poder para pisotear serpientes y escorpiones y sobre toda la fuerza del enemigo, y nada os hará daño. Con todo, no os alegréis de que los espíritus se os sometan, sino de que vuestros nombres están registrados en el cielo.
Si nos fijamos bien en esa lectura, por un lado, Jesús se alegra con los discípulos porque ha reconocido la acción del Espíritu Santo en ellos y el fruto que ha brotado pero, por el otro lado, no les permite perder de vista lo esencial y les hace caer en la cuenta de las razones que han de moverles. Como vemos, la tentación de los discípulos de creer que hacían algo en nombre de Dios por sí mismos era grande. Eso nos sucede a nosotros muchas veces, perdemos un poco la perspectiva de las cosas; programamos y programamos; actuamos.. etc., pero se nos puede olvidar con facilidad que la clave siempre es Dios de quien somos “siervos inútiles”.
Fijaos cómo lo aprendieron los discípulos que después veremos en los Hechos de los Apóstoles lo bien que aprendieron la lección cuando Pedro y Juan, después de curar a un enfermo, comparecen ante el juicio del Sanedrín y dicen:
Pedro, acompañado de Juan, lo miró fijamente y le dijo: —Míranos. [5] Él los observaba esperando recibir algo de ellos. [6] Pero Pedro le dijo: —Plata y oro no tengo, pero lo que tengo te lo doy: en nombre de Jesucristo, el Nazareno, levántate y camina. [7] Lo agarró de la mano derecha y lo levantó. Al instante pies y tobillos se le robustecieron, [8] se irguió de un salto, comenzó a caminar y entró con ellos en el templo, paseando, saltando y alabando a Dios. [9] Toda la gente lo vio caminar y alabar a Dios; [10] y, al reconocer que era el que pedía limosna sentado a la puerta Hermosa del templo, se llenaron de asombro y estupor ante lo acaecido. [11] Mientras seguía agarrado a Pedro y a Juan, toda la gente corrió asombrada hacia ellos, al pórtico de Salomón. [12]Pedro, al verlos, les dirigió la palabra: —Israelitas, ¿por qué os asombráis y os quedáis mirándonos como si hubiéramos hecho caminar a éste con nuestro propio poder o religiosidad?
Como vemos, la revisión de la misión es muy necesaria. Estamos “al final de curso” y normalmente la acción apostólica comunitaria se comienza a relajar con la cercanía del verano. Es el momento de examinar cómo han ido las cosas y dejar que el Espíritu nos ilumine. Muchas parroquias y grupos muy bien intencionados, demasiado orientados a la acción y a figurar, se olvidan de ésto, de manera que llega un momento donde no tienen respuestas cuando las cosas entran en crisis por múltiples motivos.
Por tanto, es importante revisar la vida evangelizadora personal y comunitariamente porque:
- Así damos gracias a Dios porque ha querido contar con nosotros, porque somos valiosos para Él.
- Permite al líder o pastor situar lo que es verdaderamente importante y esencial en la evangelización.
- Permite hacer un seguimiento de la unidad entre los propios discípulos-apóstoles ya que la “mala hierba” siempre acaba saliendo de las maneras más sutiles desde dentro. Por ejemplo, con la falta de humildad, el querer figurar…
- Facilita confrontar lo realizado con los objetivos propuestos al comienzo del curso o de la acción.
- Ayuda a experimentar el gozo en común y también la consolación en todo lo que de motivo de ello.
- Porque el Espíritu Santo se vale en gran medida de las “palabras” que brotan de unos y otros cuando estamos en equipo con un mismo sentir para seguir inspirando e iluminando. El líder o pastor tiene que rastrear aquellas “palabras” que pueden estar diciendo algo en nombre del Espíritu Santo; una confirmación; un cambio; una mejora; una llamada de atención; algún hecho que permita conocer más y mejor al destinatario o el ámbito de envío…
- Evita el personalismo. Esta es una tentación muy grande de la que no están exentos los sacerdotes y otros líderes pastorales. Todos necesitamos aprender y humildad para hacerlo; revisas las cosas en equipo permite percibir muchas veces que las mejores palabras del Espíritu Santo no tienen por qué venir del sacerdote o líder pastoral y éste se tiene que habituar a sacar lo mejor de sus discípulos al mismo tiempo que aprende de ellos y no se “encierra en sí mismo y su supuesta sabiduría personal”.
- Ayuda a tomar el pulso a la comunidad o al grupo, tanto a los más comprometidos de ella como a los destinatarios de la Buena Nueva; permite hacer un seguimiento más concreto de lo que está aconteciendo en cada momento.
Desde aquí os animamos humildemente a tomar la costumbre de revisar lo realizado y permitir la sana autocrítica, así como el gozo conjunto de haber sido instrumentos de Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario