El gran acierto de Zapatero no fue otro que crear la imprescindible cartera ministerial de Igualdad. Ningún gobernante anterior concedió importancia a tan urgente y avanzada necesidad. Para ello se sirvió de una catedrática de Igualdad, Bibiana Aído, andaluza de Alcalá de los Gazules, y a la que tenían olvidada en Sevilla dando clases de iniciación al baile y, lo que es más importante, de mover los dedos con ritmo y ángel con las castañuelas en las manos. El Gobierno socialista, sabedor de la asombrosa pujanza de nuestra economía, destinó un importante presupuesto para que el Ministerio de Igualdad cumpliera con sus objetivos, que no eran otros, entre ellos, que los «Mapas de Inervación». Todos, más o menos, sabemos lo que es un mapa. Pero todavía hay españoles que desconocen el significado de «inervación», el cual les ofrezco a renglón seguido en colaboración con la Real Academia Española. «Inervación: Acción del sistema nervioso en las funciones de los demás órganos del cuerpo del animal». En el presente caso, y por tratarse de unos mapas elaborados por el Ministerio de Igualdad, la inervación sería la acción del sistema nervioso en las funciones de los demás órganos del animal sin distinción del macho y la hembra, que eso es la igualdad. Pero no. Los mapas de Bibiana Aído se elaboraban exclusivamente en beneficio de las mujeres, cuando los impuestos los pagamos indistintamente los varones y las féminas. Por fortuna, los gastos hay que considerarlos medidos y oportunos. Tan sólo 26.000 euros costó «El Mapa de inervación y excitación sexual en el clítoris y labios menores». Aquí falla igualmente el concepto de igualdad y se incurre en un desagradable agravio comparativo con los labios mayores, que no tienen la culpa de nada. También los labios mayores –así me lo han hecho saber– desean mapas de inervación, si bien me parece que sus deseos no van a encontrar respuesta porque el Ministerio de Igualdad ha desaparecido, Bibiana Aído está en Nueva York, y el Gobierno actual tiene por delante un dificilísimo reto de ahorro drástico en el cual los mapas para hacerse pajitas, perillas y manolas carecen de futuro inmediato.
Otro chocolate del loro que el Gobierno haría bien en prescindir de sus servicios son los traductores del Senado –y del mismo Senado–, que nos cuestan a los españoles 6.500 euros al día. Este sistema de traducción simultánea se inauguró durante un moderado debate entre el que era vicepresidente del Gobierno, el ceutí-andaluz Manuel Chaves, y el Presidente de la Generalidad de Cataluña, el andaluz Montilla, que habló en catalán-montilles. El Senado, compuesto por senadores españoles que más o menos, dominan el idioma común, se gasta el dinero en estas chorradas. Por no hablar de los aeropuertos sin aviones, los coches oficiales y tuneados de la anterior etapa, las tarjetas de crédito, la deuda de las televisiones, el AVE Toledo-Albacete (3.500 millones de euros), las subvenciones a los sindicatos, los 400 millones que cuestan las embajaditas autonómicas y demás dispendios derrochados por los defraudadores públicos.
40.000 coches oficiales. Millones de euros para grabar películas en catalán con resultados de taquilla miserables. Más de 16 millones para la Agencia ONU-Mujeres –Bibiana Aído–. Para partidos y fundaciones 136 millones. La CEOE –¿no son empresarios?–, 400 millones. Treinta millones en móviles y otros 720 en el PER. Claro que se pueden cumplir las promesas. Sólo se exige sensatez, decisión y valentía.
Y el clítoris y los labios menores y mayores que esperen hasta que vuelvan las pajilleras.
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