Hace unos días tuvo lugar en la Catedral de Valladolid el Pregón que ofreció la Vicepresidenta del Gobierno Soraya Sáenz de Santamaría. Pregón que anunció la llegada, un nuevo año más, de la Semana Santa en esta ciudad castellana.
Esta noticia tendría una relevancia normal si la persona encargada de hacer la exaltación fuese creyente, una persona de fe y que profesara la Religión Católica. Nada de eso se cumple en la persona de Sáenz de Santamaría, según ella ha manifestado en reiteradas ocasiones.
La Señora Sáenz de Santamaría ofreció un Pregón en el cual se anunciaba la Semana Santa como fiesta y no como la importante celebración litúrgica que en realidad es, según detalles de su disertación hizo mención a la mesura y tranquilidad que le daba esta semana así como defendió que la misma congrega más personas que el mismo fútbol. Pocas, muy pocas, menciones al principal protagonista: Jesús de Nazaret.
Es normal que haga este tipo de pregón quien no tiene la suerte de tener fe. No dudo que las letras que convirtió en palabras para el pueblo vallisoletano dentro de la Catedral de dicha ciudad fuesen escritas por la interesada y por eso mismo la normalidad de que este se desarrollara en los términos que lo hizo.
La culpa, en parte, no es de la Vicepresidenta del Gobierno, la culpa es de quien la propuso y de quienes lo permitieron. Es una total afrenta a todos los creyentes, y más si cabe para los vallisoletanos, que una señora que no tiene fe ni profesa nuestra religión se le de el encargo de pregonar la Semana Santa en la cual se conmemora la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo. Para hablar de Jesús, de su sufrimiento, de su Pasión y muerte en la Cruz así como de la gloriosa Resurrección en la cual dio sentido a toda nuestra vida tiene que hacerlo una persona de profundas creencias para poder decir lo que vive a diario. La Semana Santa como fiesta "turístico-cultural" está muy bien para los que no ven la realidad, pero para un creyente, para los católicos que intentan ser coherentes, la celebración de la misma adquiere un sentido trascendente en sus vidas y eso se traduce en palabras que hacen dar testimonio de verdaderos Testigos de la Luz cuando están pronunciando un pregón o exaltación.
Si yo hubiera sido Soraya Sáenz de Santamaría habría rechazado el ofrecimiento porque no me vería la persona idónea. A ella no le hace falta ese tipo de notoriedad porque ya tiene, y mucha, por el cargo y la responsabilidad que ostenta en el Gobierno de España. El Alcalde de Valladolid, D. Francisco Javier León de la Riva, principal artífice de que este año haya sido la mencionada señora pregonera de la Semana Santa de esta noble ciudad, se habrá puesto una gran medalla por traer a su "jefa" para pronunciar el mismo aunque haya cometido un error garrafal y de bulto ante esa designación.
Creo que debería ser el Arzobispado de Valladolid o en su defecto la Unión de Hermandades, si la hubiere, quien para el próximo año propusiera a la persona encargada de esta importante misión, no obstante que la misma se celebra entre las paredes de la Casa de la Iglesia (Catedral) de la ciudad de Valladolid y si quieren mantenerla utilizando los mismos criterios que hasta ahora, propondría que el mismo se celebre en el Ayuntamiento. No debe el poder civil interferir en cuestiones de fe, de creencias y de religiosidad, no debe hacerlo y menos, por dejación o lo que sea, la Iglesia permitirlo.
Mañana es Domingo de Ramos. Mañana volverá Jesús a entrar vitoreado a lomos de un pollino, lo hará como Rey y Mesías para que en pocos días se convierta en reo de muerte, sea ferozmente sacrificado por traer y llenar este mundo de amor, de paz, de generosidad, de Verdad y Libertad. Porque quien cree en Él y en el que lo ha enviado, Dios Padre, tendrá vida eterna por los siglos de los siglos.
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