Arenas ha conseguido el casi imposible. Ganar en unas elecciones andaluzas
El revolcón; por Alfonso Ussía
«El domingo, el revolcón». No ha habido revolcón. Rafael Escuredo, el primer Presidente de la Junta de Andalucía criticó la prepotencia del Partido Popular con un calificativo desdeñoso y un «van como sobrados». La Televisión andaluza y TVE han unido sus esfuerzos para llevar a cabo una eficacísima campaña contra el Partido Popular. En este espacio del periódico se criticó la desidia, la autocomplacencia de un partido político, ganador con mayoría absoluta en las elecciones generales, que apenas concede importancia a la influencia de las televisiones públicas. La victoria del PP en Andalucía no sirve para nada. Para mí, que se han dado los peores resultados posibles, por cuanto el PSOE va a tener que gobernar obedeciendo los gestos del dedo índice de un comunismo anclado en el pasado siglo. El Partido Popular obtuvo en las elecciones del 20 de noviembre 400.000 votos más en Andalucía que el pasado domingo. Algo o mucho tendrán que meditar los dirigentes conservadores.
No soy imparcial. Tampoco objetivo. Suscribo la frase de Fernando Sánchez Dragó: «No soy neutral. Estoy en contra de la Izquierda, estoy a favor de España». Los votantes andaluces no han querido castigar la corrupción. Se trata del sistema que los gobierna desde hace treinta años, y un cambio en el sistema les causa pavor. El Gobierno recién estrenado de Mariano Rajoy, cumpliendo órdenes europeas, lo primero que hizo fue subir los impuestos. Y no lo supo explicar bien. Ahí está el gran fallo de la derecha española. No se explica bien, no conecta, no habla el lenguaje de la calle. Por ello el éxito arrollador y creciente de Esperanza Aguirre, que habla para que se le entienda, acercando distancias y cumpliendo a rajatabla sus palabras dadas. De Guindos, convence; Montoro produce una indescifrable confusión en toda mente normal, entendiendo como normal la mía. Y Rajoy se esconde en demasía. No para gobernar, que lo hace, sino para explicar con claridad sus medidas y proyectos inmediatos.
No estoy de acuerdo con los que señalan a Javier Arenas como el gran fracasado. Arenas ha conseguido el casi imposible. Ganar en unas elecciones andaluzas. El imposible lo establece la mayoría absoluta. El PSOE ha resistido y los comunistas han crecido. A ver cómo nos explican los liberales –ay, la Pepa–, y los conservadores los pormenores de su fallida estrategia.
Y en Asturias, el lío padre. Gana el PSOE, no pierde tanto Álvarez-Cascos, no gana posiciones el PP, Izquierda Unida avanza un poco y se cuela UPyD, que de nuevo, se queda sin recibir la llave del futuro Gobierno asturiano. Nadie entendería que el PP y el FAC no alcanzaran un acuerdo, pero todo es posible con una clase política tan rara como la nuestra. Y aprovechando que el Guadalquivir pasa por Sevilla y el Narcea riega la piel verde del Principado, el niño de Pujol, Oriolín, quizá Oriolet, se refiere a España como «el agua podrida que nos ahoga». Nos insulta a los españoles que no pensamos como él. Nos desprecia a los españoles –sus compatriotas–, que somos los mejores clientes de Cataluña. Nos reúne en un charco de agua estancada y putrefacta que infecta su presente. Las ideas son libres y siempre respetables si van acompañadas de civismo y cortesía. Lo de este niño chulo y memo resulta intolerable. Un mal domingo para España, sin duda alguna. El revolcón, al final, no sólo no se ha producido en Andalucía. Nos lo ha dado un majadero en Cataluña.
No hay comentarios:
Publicar un comentario