Merece el PSOE un largo período alejado del poder, pero insisto en la necesidad de una oposición fuerte
No aprenden. Ese feminismo barato –aunque caro para los contribuyentes– que se gastan en las presumibles izquierdas es una necedad. De la fotografía para «Vogue» en los principios del desastre al escalofriante documento gráfico de Carmen Chacón con las maduras nenas en el Círculo de Bellas Artes. ¿Qué gana con estos guateques tan absurdos? «Mujeres de la política y la cultura». Qué tostón de convocatoria. El feminismo profesional sólo convence a las profesionales, que en buena medida viven de eso. Se ha quedado rancio y antiguo. Recuperar a María Teresa Fernández de la Vega en plan apoyo constante es de una antigüedad pavorosa. Pasan los días y los candidatos socialistas insisten en sus naufragios. Para compensar el peso de Fernández de la Vega, Zabaleta, Pajín y Matilde Fernández, Rubalcaba ha presentado también su apoyo constante. Felipe González. Original y futurista. Y me pregunto: ¿No existe nadie en el PSOE que se atreva a alzar la voz? ¿ Tan atada y bien atada – me suena la frase– está en el socialismo la dependencia de la mamandurria?
Después del demoledor, devastador y destripador Gobierno del PSOE, pocas ganas quedan de ayudarlo a que no sigan haciendo el ridículo. Pero parece ser que el ridículo en el PSOE no es un problema, sino un fin vocacional. Creo que merece el PSOE un largo período alejado del poder, pero insisto en la necesidad de una oposición fuerte. El desmoronamiento del PSOE es el que ha surtido de votos a Izquierda Unida y al tostón de Argamasilla de Alba. Algún día nos explicará la señora Zabaleta sus coqueteos con Bildu. Otro apoyo constante para Carmen Chacón. Ellos mismos, y me refiero a los dos candidatísimos, han coincidido en reconocer que uno de los grandes lastres del socialismo ha sido su errática, cuando no traidora, política territorial. De ahí que Carmen Chacón haya adoptado las castañuelas y Rubalcaba hable más de España que de «este país». Pero no se puede olvidar que los socialistas formaron parte del Gobierno de la Generalidad de Cataluña más antiespañol de la historia. No se puede olvidar que los socialistas gobernaron en Galicia con el entusiasta sostén del Bloque Nacionalista Gallego. No se puede olvidar –nunca ha sido desautorizado– que el Presidente de los socialistas vascos, Jesús Eguiguren, se ha movido siempre por los aledaños de Batasuna recibiendo toda suerte de comprensiones y cariño. Y no sólo recibiendo el cariño, sino devolviéndolo. No se puede olvidar que los socialismos valenciano y mallorquín abrazan con entusiasmo la quimera de los «Países Catalanes». Está bien que ahora se comprometan con España, pero tendrían que ser otros socialistas los encargados de cumplir con tan fundamental compromiso. Los candidatísimos están quemados, calcinados y plenamente amortizados, con González o con el ramillete de niñas reunido en el Círculo de Bellas Artes.
Ánimo, socialistas callados, socialistas mudos, socialistas temerosos, socialistas sin voz pero con voto. Pónganse de acuerdo y decidan por una vez, por su bien, el de su Partido y el de España, dar por terminada esta etapa de negritud y podredumbre, de majadería supina, de gamberrada constante. Entre las decenas de miles de militantes del PSOE tiene que haber una voz, al menos una voz, que se atreva a gritar ¡basta! Porque el espectáculo de los candidatísimos no da más de sí. Rubalcaba ha fracasado e ignora la orientación del futuro. Y Carmen Chacón se dejó vencer por quien protagonizó el fracaso. Este PSOE agoniza con estos candidatos. Y no levantará cabeza ni con los viejos elefantes ni con las pesadísimas y anticuadas nenas del feminismo y «la cultura». Venga, vamos, que alguien salga.
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