Antonio Llaves y Manuel Cerezo reciben en la Catedral la distinción laica más alta que otorga la Iglesia Católica, concedida por el papa Benedicto XVI, de manos del obispo de Cádiz y Ceuta, Rafael Zornoza
RAFA BURGAL / CÁDIZ | ACTUALIZADO 23.01.2012 - 09:57"Celebramos con toda gratitud el reconocimiento de la condecoración concedida por nuestro santo padre a nuestros ilustrísimos amigos". Con estas palabras, el obispo de Cádiz y Ceuta, Rafael Zornoza, felicitaba en su homilía a Antonio Llaves y Manuel Cerezo, que recibieron ayer la cruz de caballeros de la Pontificia Orden Ecuestre de San Gregorio Magno, la distinción más alta que entrega la Iglesia Católica a los cristianos laicos.
Este reconocimiento, creado en 1831 por el papa Gregorio XVI, premia a los fieles por sus servicios a la Iglesia. En este caso, tanto a Manuel Cerezo como a Antonio Llaves se les distingue por responder "al modelo de fiel cristiano laico que trazó el magisterio del Concilio Vaticano II".
La entrega de la cruz tuvo lugar ayer en la Santa Iglesia Catedral en una Eucaristía concelebrada por el obispo, Rafael Zornoza, junto a sus dos antecesores en el cargo, Antonio Dorado y Antonio Ceballos, y el Cabildo Catedralicio, destacando la presencia del delegado de cofradías del Obispado, Sebastián Llanes, y el antiguo vicario general del Obispado, Félix González del Moral.
Cerezo y Llaves estuvieron acompañados por una nutrida representación del mundo cofrade, con el presidente del Consejo Local de Hermandades y Cofradías, Martín José García, a la cabeza. Por parte municipal, estuvieron presentes los concejales José Macías y Juan Antonio Guerrero. Adem ás, hicieron acto de presencia miembros del Ateneo y la Asociación de Propagandistas Católicos, entre otros colectivos.
En su homilía, el obispo de Cádiz, Rafael Zornoza, destacó que es "un momento de gozo y agradecimiento múltiple por una vida al servicio de la Iglesia y porque Antonio Ceballos consideró que son merecedores de esta distinción". Además, celebró la asistencia del anterior obispo Antonio Dorado.
Tras la comunión, Zornoza entregó sendas condecoraciones. En primer lugar, un emocionado Antonio Llaves pidió disculpas en su discurso por "no poder hacerlo como sería mi deseo" por una reciente convalecencia.
Llaves, con voz entrecortada, hizo bueno el refrán de "es de bien nacido ser agradecido" y dio "las gracias al santo padre por conceder este galardón a mi modesta persona". También se acordó de Antonio Ceballos por "solicitar" esta distinción "por su entrega sincera" al Obispado, de Antonio Dorado, al que estuvo "22 años fiel a su servicio", y de Rafael Zornoza por anunciarle "la noticia de manera sorpresiva".
Para finalizar, Llaves utilizó una cita del poeta José María Pemán, del que fue secretario personal.
Por su parte, Manuel Cerezo tuvo un guiño para Antonio Dorado con el recuerdo del día de la coronación canónica de Nuestra Señora de la Palma, hermandad de la que fue hermano mayor. Cerezo confesó sentirse "abrumado", ya que "no estaba preparado para oír tantas cosas sobre mí con tanta generosidad". Así, su última muestra de gratitud fue dirigida a sus dos hijas y a su esposa Ana.
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