Mi retiro columnista de agosto me impidió comentar a pie de actualidad las polémicas previas, la votación sobre el aborto en el Senado de Argentina, ganada por los Pro-Vida, y el escándalo posterior de los demócratas ladeados, que sólo ven democrático lo suyo, empezando por Pedro Sánchez, que criticó al Senado argentino en una intempestiva injerencia en los asuntos internos de otra nación. Pero mi silencio me ha permitido tomar perspectiva y no lanzarme, como me pedía el cuerpo, a la melé.
¿No sería mejor ir paso a paso? Lo primero, preguntar si el feto es un ser humano o no. Esto lo deben responder los científicos. Tiene su individualidad genética. Para los más clásicos, como yo, hay vida mientras late el corazón, y el de un feto, quien lo oyó lo sabe, es el galope de un caballo por una llanura salvaje.
El segundo paso sería preguntarse en qué situaciones es legítimo acabar con una vida humana. Esto lo deben responder filósofos y juristas. ¿Es suficiente la dependencia, en una suerte de ley de dependencia de la jungla? ¿La falta de conciencia? ¿La deficiencias o enfermedades graves? ¿El perjuicio a la madre? La dignidad del ser humano, de cada uno, con independencia de sus circunstancias, sostiene la civilización y la democracia. Si queremos hacer excepciones, deberíamos explicarlas muy bien y ver hasta qué punto se aplicarían, en perfecta coherencia, a otros casos análogos. No dejarnos llevar por el sentimentalismo emborronado y la retórica difusa.
Tras esos dos pasos, por tanto, podríamos empezar a discutir con conocimiento de causa. Hace años, en un debate sobre el aborto, uno de los partidarios se escandalizó muchísimo por un comentario mío. Otro abortista le explicó, con muy buenas maneras, que para mí el aborto era matar a una persona y que, si se partía de esa idea mía, se disculpaba mi argumento. El otro hizo oídos sordos y sospecho que, desde entonces, aquel abortista sensato entendió mucho mejor el muro contra el que rebotamos los que queremos discutir algo tan serio en serio.
Mientras, un tuit de @DallasRewiew escribía: "El aborto es algo necesario 100%. Obligar a alguien a tener un hijo es destrozarle la vida a ellos y al hijo". ¡Al hijo!, dice. "No abortarlo es destrozarlo": teniendo en cuenta los métodos del aborto, no parece una expresión muy fina. Muy lógica tampoco. Los niños por nacer o no se merecen, al menos, un pequeño esfuerzo intelectual.
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